martes, 15 de febrero de 2022

The Big Bang Theory. La droga legalizada de principios del siglo XXI. Seudo - crítica televisiva.


Los niños y luego adolescentes chilenos de los 60', 70' y 80', nos criamos viendo programas televisivos refritos. En aquella época en que vivimos la utopía y luego el miedo, nuestro país no era tan pretencioso y las clases baja y media nos conformábamos con poco. De ahí el alto consumo de series que desfilaban por la pantalla chica y que causaban el deleite masivo. De ciencia - ficción, de acción y aventuras, de terror y un largo etcétera que nos mantenían quietos, ordenados y nos daba tema para nuestras conversaciones al atardecer.

Las preferidas de mi pandilla eran la humorísticas. El Súper Agente 86, Los Locos Adams, Mork y Mindy, M.A.S.H, Tres son multitud y El Show de Benny Hill, entre otras, acompañaban a burlar el tedio de aquellos tiempos. La cultura pop ya había realizado su tarea y poseíamos en nuestro acervo una cantidad no menor de información y tips, que nos permitía nadar como expertos en aquellas sitcoms. Nos encontrábamos preparados, como hombres maduros, para los próximos pasos. Ahí aparece en el siglo 21 The Big Bang Theory.

Ver los primeros episodios y enamorarme a primera vista de la serie fue un momento mágico imposible de describir. Tal vez los orígenes de este enganche sellado a fuego se encuentren en una comedia de 1984, La venganza de los nerds. Una película divertida, pero con escasas pretensiones, en que por fin vencían los débiles, incomprendidos, minoritarios, solitarios, pero geniales en lo suyo... debutaban los nerds, personajes de fácil identificación con varios de nosotros.

La situación era simple. Dos físicos teóricos jóvenes e inocentes del Calltech, cohabitan un departamento y su vida transcurre apacible hasta que se instala Penny (Kelly Cuoco), una bella y extrovertida vecina, que llegaría a alterar las hormonas de Leonard (Johnny Galleky) y las rutinas demenciales de Sheldon (Jim Parsons). El equipo inicial lo conformaron Raj (Kunal Nayyiar), un hindú que se encontraba imposibilitado de hablar con mujeres, debido a una extraña enfermedad mental y Howard (Simon Helberg), un judío perdedor y patético, pero con la calentura de una termita.

Demás está decir que fue una de las comedias más brillantes de los últimos tiempos. No en vano duró doce temporadas, que habrían sido más, si Jim Parsons no hubiere decidido abandonar la serie. Las posibilidades temáticas era casi infinitas. Desde el proceso de enamoramiento entre Penny y Leonard, con los imprecisos vaivenes que podrían existir entre un perdedor espectacular y una beldad, inalcanzable para cualquier cerebrito; transitando por las variopintas vicisitudes de una pandilla de perdedores espectaculares, hasta la hilarante madurez de todos los personajes de la serie.

Al revisar el perfil predominante del grupo, se entiende gran parte del éxito:

- Cándidos enfrentados a una realidad inestable.
- Perdedores en el campo social y, en especial, en el amoroso. 
- Grandes consumidores de cultura pop y muy cultos.
- Incansables luchadores con un determinada motivación para salir adelante, a pesar de no tenerlas todas consigo.

Se les unieron féminas que vinieron a aportar significativamente a la trama. Melissa Rauch (Bernadette, la esposa de Howard) y Mayim Bialik (la sorprendente pareja de Sheldon). Aparte de Kevin Sussman (como Stuart, el dueño de la tienda de comics) y un laaaargo etcétera. 

La clave era desarrollar las casi infinitas posibilidades de entregar historias frescas, muy graciosas y en constante innovación. TBBT da prácticamente para todo. Memes, gifs, episodios clásicos, dichos que trascendieron el ámbito de la serie, invitados especiales que se representaban a sí mismos y guiños al por mayor a la cultura geek. Los televidentes damos las infinitas gracias a productores, directores y, en especial, a The Barenaked Ladies (autores de la inmortal canción de entrada del programa) y a actores y libretistas de lujo. 

¡Salve, The Big Bang Theory!
  

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