Este extraño suceso ocurrió en el Santiago de fines de los sesentas, es decir,
cuando aún vivíamos la edad de lo inocencia. El programa de TV se llamaba
"¿Quién soy yo?". Era conducido por Enrique Bravo Menadier. Algunos de sus
panelistas eran Marta Blanco, María Eugenia Oyarzún y Jorge Romero "Firulete".
El segmento publicitario se encontraba a cargo del "Tío Agustín" y nosotros,
cándidamente, sintonizamos el show que se emitía todos los jueves.
Básicamente, se proponían concursos de cultura general, sin embargo, lo más
esperado por todos era un juego que consistía en detectar la identidad de una
persona por parte de los panelistas. Para ello se disponía de dos señuelos y
el titular. El jurado les hacía preguntas acerca de su vida para finalmente
intentar dar con el "ser" correcto.
Recalco la palabra "ser" ya que es ahí donde comienza la verdadera
historia.
"Seres" de otros planetas llevaban siglos visitándonos y nuestra
capital no escapaba a ello. Una noche, un grupo de Sepimeritas recogían
evidencias en el Parque Metropolitano y, al igual que en la película ET,
olvidaron a una tripulante, remontando el vuelo en una fantástica nave. La
Sepimerita vio aterrada como sus compañeros la dejaban a su suerte en un
planeta desconocido. Vagó por horas, hasta que encontró un paradero de comidas
abierto. Al ingresar y ver la verdadera forma de los humanos, rápidamente
adaptó su estructura ósea y carnal. Al sentarse en unas de las mesas los
parroquianos admiraron a una hermosa mujer de baja estatura, de interesantes
curvas, ojos almendrados y de copiosas pecas en su rostro.
No faltó el varón que la invitó a cenar, pero al tenorio le duro poco su
conquista, ya que su mujer irrumpió en el local para llevarse al tunante. La
alienígena mutó rápidamente su cuerpo a una señorona mal aspectada con pésimo
humor, lo que inmediatamente bajó la guardia de la esposa. Descubrió que esa
era nuestra debilidad. Había que darnos por nuestro lado y así se aseguraría
una estadía placentera en nuestra metrópolis. Fingió ser varias personas a la
vez, aunque la que más le resultaba era la de amiga leal de sus amigas y la
tía bonachona de las familias que frecuentaba, mas en el terreno sentimental
no lograba dar en el clavo. Se metamorfoseaba e iba de fracaso en fracaso con
los hombres que le atraían.
Finalmente la tenemos instalada en el antiguo set de Televisión Nacional,
ubicado en la calle San Martín, concursando en el programa "¿Quién soy yo?"
como uno de los señuelos e intentando ganar unos cuantos escudos, que era la
moneda de aquella época. Eran tantas las ganas que tenía de agradar que no
captó la esencia del juego. Cada vez que le preguntaban por su identidad
cambiaba su voz y su estructura y se posesionaba para ser quien no era. Ya los
conductores, equipo y público en la sala, observaban espantados como la bella
cambiaba su esencia cual camaleón con sobredosis. Enrique Bravo Menadier, para
salir del paso quiso zanjar el desaguizado y pronunció las esperadas palabras:
- Señorita Marcela Paz Osorio Berríos... ¿quién es realmente usted?
Pero la atribulada viajera estelar se levantó de su asiento, junto a la
verdadera señorita Osorio y calcó con una exactitud terrorífica todo la
fisonomía de Marcela. La estantería al fin se vino abajo y la sepimerita salió
como pudo de aquel lugar para perderse definitivamente entre las calles
santiaguinas.
Obviamente, el programa no era en vivo y jamás salió al aire. La cinta fue
guardada bajo siete llaves y no se habló más del asunto... hasta ahora. Lo
único que no he aclarado, ya que esta historia queda registrada en este blog,
es la respuesta que debía haber dado nuestra hermosa alienígena a la pregunta
de Enrique Bravo Menadier. Creo que hasta el día de hoy ella no ha logrado
darla... lo llaman problemas de autoconocimiento.
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