martes, 10 de febrero de 2009

El sueño de Dante

-Ella se llama Virginia, me dijo Felipe. Es una parasicóloga y clarividente y vive en Independencia, cerca del Estadio Santa Laura. Se encuentra explorando las potencialidades del estado onírico en las personas, para así develar algún secreto de la personalidad del ser humano.
Nos encaminamos hacia ese populoso barrio, tal vez aquella dama nos aclararía de alguna manera la diferencia de opiniones que tuvimos con mi hijo mayor con respecto a nuestros temores más espantosos y que creíamos desconocidos.
- ¿Así que desean acercarse al horror?
Virginia nos lanzaba aquellas palabras con una mezcla de coquetería y un dejo de misterio.
-El joven va primero, luego usted.
No me quedó otra que esperar impacientemente. De manera maquinal leía unas insulsas revistas de farándula nacional diseminadas en una mesita. El tiempo transcurría lento, lentísimo. De pronto Felipe apareció en el dintel de la consulta de la dama. Su rostro venía demudado y su polera veraniega tenía impregnado el copioso sudor de su cuerpo.
- Es su turno.
Ingresé a la salita sin dejar de mirar a mi vástago y a su rostro inexpresivo. Me solicitó, con amabilidad me tendiera en una cómoda camilla y cerrara los ojos. Acto seguido escuché una melodía cadenciosa y sentí sus pequeñas, pero hábiles manos masajeando mi cabeza...
Desperté en un salón en donde dominaban los colores pasteles, tanto en paredes como en mobiliaro. Este último era de una sobriedad recalcitrante. No se divisaban ventanas y frente a mí se encontraban cuatro personas. Una anciana pequeña, bien conservada y vestida de negro y gris; un varón, de aspecto caucásico, en el cual me llamaron la atención su chaleco y calcetines con rombitos y las dos restantes eran unas mujeres de mediana edad. Una gorda, casi mórbida, tan pálida como la palidez misma y la otra crespa y de una extraña, pero triste belleza.
Al parecer me conocían de toda una vida. Hablaban casi a los gritos, conversaban y se reían de obviedades, discutían acaloradamente de política y religión, casi hasta sacarse los ojos mutuamente defendiendo posturas ultraconservadoras, para luego actuar como si nada estuviera pasando. Todo ello ambientado por la música de un cd de los mejores éxitos de "Mocedades".
Los primeros minutos me dediqué a observar al cuarteto, en donde la señora monopolizaba las temáticas y monologaba hasta el hartazgo sin que los otros habitantes de tan peculiar cuarteto la interrumpieran ni la escucharan. Hasta que llegó mi turno.
Fue entonces cuando experimenté el horror. Les iba a echar encima todos mis posturas liberales, reirme en su cara de su arcaico modo de vida para luego salir de ese espantoso lugar. Sin embargo, mi exterior sólo convenía con ellos en todo, se carcajeaba de sus chistes insulsos y tarareaba las canciones del grupo musical español. Mi interior luchaba denodadamente por controlar la situación, sin lograrlo. Incluso, cuando intenté sentir mi sexo, este se encontraba borrado de mi cuerpo.Lo entendí perfectamente. Me encontraba viviendo mi temor más profundo.
Desperté sudado y con una angustia que me comía entero. Felipe y yo abandonamos aquel lugar, mientras le narraba mi abyecta experiencia. Intrigado le consulté por la suya. Sólo se limitó a describir escuetamente que rasgueaba su guitarra eléctrica por toda la eternidad.
- Pero eso siempre te ha gustado, dije.
-Sí, me contestó, -pero prueba algo que ames profundamente y haz sólo eso una eternidad. Lo terminarás odiando.
Mi hijo y yo lo comprendimos. Virginia nos había dado un paseo por el centro mismo de nuestro pandemonium.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

está weno el intertexto con la divina comedia, y repartiste el entre los 2 el infierno que te conté en stgo. más tu propio infierno donde me queda claro con las personas que "te gustaria" estar en el tártaro.
lo unico que me quedo dando vueltas es la virginia, a pesar de que creo quien es ¿pero seria capaz de arreglar nuestros problemas a pesar de ser ajena a ellos?
saludos desde la 5ta fosa del 8vo circulo del infierno

abrazos y besos

Tito Diaz dijo...

Mi fiel Padawan: acertaste, "Virginia" y "Virgilio" son la misma persona.
También recuerda que uno es ángel o demonio, según el punto de vista. Digo esto porque lo que es (o más bien fue)un infierno para mí, también podría haberlo sido para otras personas.
Por último, Virginia no soluciona problemas (dejémosle eso a Winston Wolf), ella sólo muestra caminos, somos nosotros los que elegimos...
Un abrazo.

Anónimo dijo...

si sabia sobre virgilio y virginia, me referia el hecho de que es una mujer, nada mas jajajaja
chiao