martes, 16 de febrero de 2016

Una encuesta que confirma lo ¿inevitable?.

Desde el lunes pasado se encuentra a nuestra disposición en la web los resultados de la encuesta Cadem, acerca de nuestros gustos futbolísticos recientes. Dicha muestra podría pasar desapercibida para el público en general, a no mediar por ciertas inquietantes revelaciones que nos arroja sobre nuestro comportamiento como chilenos.

Comencemos por lo obvio. El equipo más popular para los mayores de 18 años es Colo Colo (43%) y lo sigue de lejos la Universidad de Chile (23%). Es ahora cuando comienza lo preocupante. El tercer lugar lo posee la Universidad Católica (16%) y, ¡oh, sorpresa!, el cuarto, Barcelona (15%), siendo el quinto el Real Madrid (7%) ¿De qué me perdí? El cuadro catalán, si bien es uno de los más poderosos del mundo y posee una delantera soñada (Messi, Neymar y Suárez) está en otro continente y no posee arraigo alguno con nosotros, salvo para la colonia residente y sus vástagos descendientes. De igual manera, Cristiano Ronaldo y Cía. hacen las delicias de los hinchas en Europa, pero el Real Madrid ha visitado nuestras tierras sólo una vez en  lo que va de vida. Para colmo, el mentado Messi es más popular que Arturo Vidal entre los encuestados. Afortunadamente, los anteceden Alexis, Bravo y Medel, respectivamente.

Dirán que la TV por cable e Internet acortaron las distancias, que el campeonato chileno es de un nivel paupérrimo (y de entradas carísimas, por cierto) y que la violencia en los estadios espanta a cualquiera. Todas razones bastantes atendibles por ser absolutamente ciertas. Sin embargo, ¿son razones para abandonar lo propio en tan corto tiempo e identificarse con símbolos cuya historia, tradiciones y ritos desconocemos?.

No es que desee apelar a un chovinismo barato y realizar un llamado a retomar nuestra chilenidad (que el fútbol no nos conduce a ella, necesariamente). Más bien, es llamar la atención acerca de lo feble de nuestro carácter e impronta. En vez de afrontar la situación y preguntarse qué sucedió y cómo llegamos a este punto, nos comportamos como clientes insatisfechos y pasamos a la siguiente vitrina, desechando la anterior.

Concuerdo que el fútbol es un negocio (y muy lucrativo, que duda cabe), empero nació, y creo, aún permanece en nuestros corazones (la de los hinchas), ese gusto romántico por el club de nuestros amores. Ese que nuestro viejo nos presentó cuando niños y que acortaba la brecha generacional de la manera más hermosa. ¡Cuántas idas al estadio! ¡Cuántos almuerzos familiares en espera del partido final! ¡Cuánta vida simple y despreocupadamente feliz en torno a un balón! Y todo se pierde de la forma más abyecta y vacua.

Tenemos claro ya la problemática. Y para que no parezca este comentario un llanto de un hombre acodado en el muro de los lamentos, humildemente ofrezco algunas solucionáticas, que nos permitan recobrar ese bien tan preciado que es el sano gusto por una actividad que nos hace tan felices:

- Asumir una verdadera actitud proactiva de cliente maduro y empoderado. Exigir el cobro justo de una entrada, acorde al espectáculo que se entrega y al ingreso real de nuestros sueldos (no cobrar precios de ABC1 en tribuna Andes y galerías y dar facilidades para adquirirlas). De no ser así, realizar una protesta pacífica, pero resuelta de no ir a ningún recinto deportivo mientras aquello no ocurra.

- Exigir una disolución inmediata de las barras bravas y posterior empadronamiento veraz de los barristas de cada equipo, pera detectar a los violentos. Si esto no se cumple, utilizar cuanto medio virtual tengamos a nuestro alcance para dar los nombres de los integrantes del lumpen (dejémonos de eufemismos, todos sabemos quienes son).

- Obligar a las directivas de los clubes a publicar periódicamente por cualquier medio escrito o virtual una cuenta detallada de su gestión. De no llevarla a cabo o malversarla, denunciarlos masivamente en las redes sociales las veces que sea necesario. Esta cuenta debe dar información oportuna del destino de los dineros que reciben por el Canal del Fútbol (la nueva gallina de los huevos de oro de los dirigentes). De paso, estos mandamases se verían obligados a realizar buenas gestiones en sus clubes. De igual manera, debemos estar atentos a la manera en que desarrollan el fútbol de las canteras y supervigilar las nuevas contrataciones de jugadores, para así funarles el negocio a los dirigentes y representantes corruptos.

-  Volver a los estadios una vez que se cumplan las medidas razonables para un espectáculo deportivo. Es decir, asientos que den comodidad al espectador, recintos limpios (en especial los baños públicos), estadio de fácil acceso y egreso, seguridad visible (pero no invasiva), horarios razonables de los partidos, entre otros...Y sobretodo, un espectáculo que si bien se encuentra por ahora, alejado del nivel de las grandes ligas, sea una motivación ir a verlo, ya que los entrenadores darían preponderancia al espectáculo, queriendo ganar cada encuentro y exigiéndoles a sus pupilos que dejen el alma en la cancha (sin importar sus limitaciones), demostrando actitud de superación, valentía, orden táctico y buen trato de balón.

- Por último, y no menos importante, comportarnos, nosotros como público, de manera alegre, responsable y ejemplar. No olvidemos que todos debemos volver a los estadios, y con todos, me refiero no sólo a los varones mayores de 18 años, sino que a los niños que nos reemplazarán en las gradas cuando no estemos en este mundo, a nuestros padres que no deben, bajo circunstancia alguna, sufrir zozobras innecesarias y nuestras parejas (que si les gusta de verdad el fútbol y no van obligadas) y, parafraseando a Luis Omar Tapia, gocen de 90 minutos del deporte más hermoso del mundo.

Titus Wayne
Comentarista.

(Texto extraído de la revista FútbolUcrónico)

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