Ella es sencillamente impresionanteElla corrió a mi lado con sus jeans pintadosy todas las cabezas se volvieron, porque ella era un sueño...(Caribbean Queen, Billy Ocean)
Piénsame un poquito… dijo Andrea al despedirme del
café ubicado en Matías Cousiño.
Lo que ella no sabía era que pesaba sobre mis hombros una misión de la más alta importancia. La Orden de los Observadores, a la que le debo fidelidad insoluta, me había encomendado el seguimiento de Andrea, en el más estricto secreto y confidencialidad. Nuestro hermano en Colombia había llevado su misión con singular éxito, estando a punto de lograr el pleno, cuando la bella decidió emigrar a Santiago de Chile.
Con la mayoría de edad obtuvo el divorcio y escapó lo más lejos posible. Destino: Esta ciudad capital sobrepoblada, contaminada y depresiva, que le abría las puertas masculinas de par en par, mas no las femeninas. A poco andar, su fina estampa brilló, destacó y triunfó en las redes sociales de este alicaído país. Aquí es donde aparezco yo, tomando el relevo del hermano colombiano. Haciendo gala del nombre de la Orden, he observado sigilosamente a Andrea y he entablado una relación parroquiano – moza con ella. He seguido sus maniobras desde el café peatonal en donde trabaja, para que, una vez ganada su confianza, me permita ser el que le dé la buena nueva.
Mientras tanto, Andrea se vio inmiscuida, sin proponérselo y a causa de su hermosura, en una guerra de bandas de narcos. Érica, la temible jefa de un naciente cartel de cocaína, ingresó al café y al no ser atendida rápidamente por mi preciado objetivo, la insultó violentamente. Janis, otro mafioso que se encontraba en el lugar y embelesado por la moza, intercedió por ella (cobrándose antiguas cuitas con aquella Madrina), dando comienzo a una guerra que aún perdura. Ella se libró a duras penas de aquel tormento inesperado, fondeándose por un largo tiempo.
Ahora es mi momento. Debo llevar a cabo mi celestial misión, que no es otra que convencer a Andrea que se dé cuenta quién es realmente ella y que se encuentra viviendo una y otra vez la misma existencia que comenzó en los albores de un tiempo lejano y mágico, ya olvidado por la humanidad, en donde Dioses y Diosas reinaban este mundo, sin contrapeso y a total voluntad. La humanidad, al olvidarlos, los castigaron a reencarnar una y otra vez, reiterando incesante y tortuosamente los hechos ya vividos antaño. Creo que comenzaré por convencerla que la primera letra de su nombre es la misma de la Diosa del amor y la belleza. Nunca tuve un mandato más encantador, el que llevaré a cabo con el mayor de los placeres. Compadezco al hermano que debe convencer a Ares.
FIN
(*) Mis agradecimientos a Alberto Vivanco por "prestarme" a su carismático personaje, sin que él se dé por enterado y a mi hijo Felipe, por generar la imagen del personaje principal por medio de una inteligencia artificial, a partir de las palabras de esta narración.
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