Brighton, un balneario costero de la nobleza.
La realeza, cuando disfruta de los variados
placeres a los que están acostumbrados, los efectúa con estilo. Con estilo
real, se entiende. Y se agasajan con opíparas cenas, suntuosos bailes y regadas
tertulias, en donde se habla de política y se juega con el poder.
El domingo, el itinerario nos marcaba la ciudad
de Brighton, un bello lugar costero al sur de Londres. La primera parada y, por
cierto, la de mayor peso específico fue la residencia del rey Jorge VI, llamado
The Royal Pavillion. Una magnífica construcción del siglo XVIII, edificaba al
estilo oriental y con una fuerte presencia de la estética francesa en su
interior. Nuestros muchachos y muchachas recorrieron en detalle este mágico
palacete que sirvió de refugio veraniego del monarca y su corte y en donde se
vivía, literalmente, a lo rey. Cada cuarto, por inmenso o mínimo que fuera se
encontraba adornado con elegantísimos mobiliarios, paredes y techumbres
recubiertas con exquisito gusto. Un imperdible del programa de Kingswood.
Es turno de almorzar y la oferta es variada.
Desde un sándwich, bebida, papas y fruta de la “bolsita feliz” suministrada por
nuestros monitores, la “chatarra dinner” o la cocina local. Luego, una de las
actividades más preciadas por los alumnos: el tiempo libre para ir de compras.
Peluches, dulces, encargos y camisetas deportivas hacen las delicias de ellos,
que ya se manejan a la perfección con el cambio de moneda británica.
Finalmente, un paseo por el borde costero del
Canal de la Mancha y la diversión, que esta vez a cargo de unos juegos que se
encuentran en un pintoresco muelle, en donde transitan despreocupadamente
familias, jóvenes enamorados y amigos, tal vez despidiéndose del verano que
quema sus últimos cartuchos en esta parte del planeta, pero que promete volver
con nuevos bríos la temporada siguiente.
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