Existen
culturas que atesoran su pasado, lo conservan como símbolo inequívoco de su
identidad y lo proyectan, para que en el futuro, las generaciones que aún no
han nacido, entiendan el estilo de vida de un país que no abjura de lo que fue
y siente orgullo de lo que ha logrado edificar a través de los siglos. Es el
caso del Castillo Leeds, una añosa construcción que data del siglo XII y que
sirvió, a veces de residencia, otras de refugio reparador, prisión real y
escenario de importantes acuerdos internacionales en el siglo pasado.
Nuestros
muchachos y muchachas visitaron este imponente lugar enclavado al sureste de
Maidston, Condado de Kent. Se enteraron que sus primeros dueños fueron los
reyes Eduardo I y Leonor de Castilla en 1728. Enrique VIII, reconstruyó el
lugar para una de sus esposas, Catalina de Aragón. La reina Isabel I fue
encarcelada un tiempo, antes de ser coronada. Lady Baille lo compró en 1926 y
creó la fundación “Castillo de Leeds” y es quien lo abre para visita de todo
público en 1976. En 1978, el castillo sirvió de sede para las conversaciones preparatorias
entre Anwar Sadat y Moshé Dayán, presidente de Egipto y ministro de relaciones
exteriores israelí, respectivamente, lo que finalizó con el acuerdo de Camp David.
Como broche de oro musical, Sir Elton John ofreció dos conciertos en este
singular y espectacular escenario. Es un privilegio el haber visitado un
delicioso trozo de historia viviente de ayer, de hoy y de siempre.
No podemos
despedirnos el día de hoy sin mencionar
que la visita acabó literalmente en un maze (laberinto) y un grotto (gruta),
aledaños al Castillo Leeds. Nos adentramos y nos confundimos en sus interiores,
emulando las narraciones de Borges y perdiéndonos en sus recovecos, esperando
no encontrarnos con algún Minotauro y siguiendo la ruta del astuto Teseo, para
lograr salir con bien y poder contar esta historia en tierras bretonas.
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