(Extraído de "La década de la inocencia")
Algunos de nosotros cumplíamos nuestro primer año de vida, otros estaban naciendo cuando en Chile se realizó el Mundial de Fútbol de 1962. Pasaron los años y nuestros padres no escatimaban esfuerzos en relatarnos historias, datos y anécdotas que, convertidos en verdaderos panegíricos de tal evento, nos atiborraban nuestras infantiles mentes.
Todo era era absolutamente perfecto, casi una utopía. Desde el bendito momento en que los dirigentes deportivos decidieron postular a nuestro país como sede del campeonato. La obtención de tal galardón con una sentencia de uno de los miembros de la delegación, que sería casi una declaración de principios posterior: "por que no tenemos nada, queremos hacerlo todo". Lo anterior expresado magistralmente por Carlos Dittborn en el Congreso de la FIFA en Portugal. Finalmente el hecho de llevar a cabo el proyecto, a pesar de que el sur del país sufrió el terremoto más devastador en la historia moderna del hombre. Se vislumbraba la hazaña.
El desarrollo de la justa deportiva es historia. Chile ocupó un histórico tercer lugar, un país "amigo" como Brasil se quedaba con la corona, Leonel Sánchez se convertiría en leyenda al hacer justicia por sus propias manos, propinándole un izquierdazo a un italiano en pleno rostro durante un encuentro y, posteriormente, en los cuartos de final, dejando sin opción al portero ruso Lev Yashin en un tiro libre, colocando el balón en un ángulo imposible de atrapar. Jugando por el tercer lugar y con un equipo nacional al borde del colapso, Eladio Rojas le daba al seleccionado nacional el triunfo con un gol agónico en el partido de definición con Yugoslavia.
Era el gran tesoro de nuestro padres. La más bella historia jamás contada, que se repetía de cuando en vez en almuerzos familiares, paseos o al calor de una estufa en invierno. Nosotros eramos niños, pero no estúpidos. No creíamos en tanta maravilla. Debía haber algo más. Con el correr de los años y ya mayores acumulamos algunas informaciones alternativas de tal evento que, a ojos de fanáticos, serían consideradas una cuasi - blasfemia, pero a nuestro entender no lo denigran, sólo lo ubican en su justa medida, es decir, como fiel representante de un producto cultural de nuestra alma nacional.
Con ustedes el lado "B" del Mundial del 62...
Nunca quedó del todo claro la razón de designar a Chile como sede de un mundial de fútbol. No pertenecíamos al club de países desarrollados (ni pertenecemos ahora), tampoco eramos una potencia futbolística, ni siquiera en vías de mejorar. Un misterio. Sin embargo, se sabe que nuestro país inscribió su postulación de manera simbólica, ya que Argentina era la favorita, para oponerse a Alemania, lógica elección para tan magno evento. Los teutones desistieron. Los trasandinos corrían, prácticamente solos. Tal vez por ello Raúl Colombo, dirigente porteño, expresó en su discurso "Podemos hacer el mundial mañana mismo. Lo tenemos todo". Al día siguiente, Carlos Dittborn entra al inconsciente colectivo nacional con su frase para el bronce, ya citada antes. Resultado del congreso: Chile fue electo con 32 votos a favor, mientras la Argentina recibió 10 votos y 14 miembros votaron en blanco.
Nuestros padres evitaban cualquier mención al nivel futbolístico del mundial. Los cuentos iban en la dirección de engrandecer al equipo de todos y las selecciones visitantes. Pero no fue tan así. la mala suerte se presentó cuando se lesiona Pele, ídolo esperado con ansias, y no puede jugar por el scrach. Garrincha no pudo alcanzar el nivel superlativo del ídolo carioca, pero por empeño no se quedó. De los cuatro equipos finalistas, sólo Brasil poseía un historial significativo, el resto eran aparecidos. Además, no se presenciaron partidos de alto nivel. Para muestra dos botones: en la final, el gol de Amarildo fue francamante de encuentro de barrio, ya que una deplorable salida a cortar un centro del arquero checo Vilern Schogoif, deja el balón servido para que el delantero sólo la empujara dentro del arco. Mientras que en el partido de Chile- Brasil, lo tantos que les anotaron a la defensa nacional fueron una clara muestra de una desprolijidad defensiva abismante.
Fue el torneo que dio comienzo a la violencia en los mundiales de fútbol. El encuentro de Chile -Italia, quedó en los anales como "la Batalla de Santiago". Ambos equipos se dieron con todo. La pateadura que Leonel Sánchez recibio cerca del banderín del corner por parte de un defensa tano y el gancho de izquierda que le propinó nuestro ídolo en respuesta dio la vuelta al mundo. Estuvieron a un tris, ambos elencos, de darse de bofetadas, aunque empujones y combos hubo. Muchos años después, Leonel confesaría, ante una entrevista realizada por Gary Lineker para un programa deportivo europeo que destacaba a los goleadores de los mundiales, que golpeó al italiano, porque días antes integrantes del seleccionado bachicha habrían expresado en periódicos de su país que las mujeres chilenas eran muy feas.
La organización, según los dirigentes y periodistas fue impecable. Discrepamos de ello. Lamentablemente, en esta justa deportiva se inauguraban las transmisiones televisivas, por lo tanto, se mostraría todo lo que iba a contecer dentro del campo de juego al mundo futbolizado internacional. Infaltables "quiltros" chilenos traspasaron la feble guardia e ingresaron al campo de juego en tres ocasiones, a vista de toda la comunidad deportiva mundial. A saber, en los encuentros de Inglaterra - Bulgaria en Rancagua, Brasil - España en Viña del Mar y Chile - Alemania en el Estadio Nacional. En este último encuentro, un simpático jugador europeo se pone en cuatro patas para capturar al perro, causando la hilaridad de los presentes. Pero lo que daba para enterrar la cabeza en la tierra de verguenza fue lo que aconteció en el partido España -México. Un jugador, por arremeter con demasiada vehemencia siguió de largo y antes de caer se afirmó de las redes del arco, haciendo un pequeño forado en ellas. Los asistentes y veedores esperaban el cambio lógico e inmediato de la red dañada. No fue así. Entró al campo de juego un personaje, con tenida informal que extrajo de un pequeño bolso una aguja e hilo y remendó, ante la consternación de todos, la malla deteriorada. Luego continuó el partido.
Creo que no arrojamos este torneo al tacho de la basura, sino que lo dimensionamos en su justa medida, ya que sumando y restando fue un hito de nuestro deporte, ni tanto para elevarlo a alturas inalcanzables, ni tanto para denostarlo. Es decir, un campeonato mundial de fútbol a la chilena.
1 comentario:
estan muy buenas estas recopilaciones de futbol, en especial para los mas jovenes que no estamos tan informados de el pasado deportivo chileno. ojala hagas mas
Publicar un comentario