El policía, en un acto de valentía suprema a nuestros inocentes ojos, derrota al leviatán introduciendo un tubo de oxígeno en su mandíbula para luego hacerlo estallar de un balazo de rifle, causando la muerte del feroz enemigo. Sin ningún complejo mis amigos y yo aplaudimos a rabiar, sin darnos cuenta que todos los espectadores se encontraban realizando lo mismo. Era un momento de catarsis. Sin embargo, ese verano fue uno de los peores que experimenté, ya que no pude bañarme en ninguna playa, río o piscina. La posible aparición de tan espantoso ser me atemorizaba.
miércoles, 27 de febrero de 2008
La muerte que venía desde abajo
El policía, en un acto de valentía suprema a nuestros inocentes ojos, derrota al leviatán introduciendo un tubo de oxígeno en su mandíbula para luego hacerlo estallar de un balazo de rifle, causando la muerte del feroz enemigo. Sin ningún complejo mis amigos y yo aplaudimos a rabiar, sin darnos cuenta que todos los espectadores se encontraban realizando lo mismo. Era un momento de catarsis. Sin embargo, ese verano fue uno de los peores que experimenté, ya que no pude bañarme en ninguna playa, río o piscina. La posible aparición de tan espantoso ser me atemorizaba.
lunes, 25 de febrero de 2008
El lado B del Mundial del '62
Todo era era absolutamente perfecto, casi una utopía. Desde el bendito momento en que los dirigentes deportivos decidieron postular a nuestro país como sede del campeonato. La obtención de tal galardón con una sentencia de uno de los miembros de la delegación, que sería casi una declaración de principios posterior: "por que no tenemos nada, queremos hacerlo todo". Lo anterior expresado magistralmente por Carlos Dittborn en el Congreso de la FIFA en Portugal. Finalmente el hecho de llevar a cabo el proyecto, a pesar de que el sur del país sufrió el terremoto más devastador en la historia moderna del hombre. Se vislumbraba la hazaña.
Con ustedes el lado "B" del Mundial del 62...
Nunca quedó del todo claro la razón de designar a Chile como sede de un mundial de fútbol. No pertenecíamos al club de países desarrollados (ni pertenecemos ahora), tampoco eramos una potencia futbolística, ni siquiera en vías de mejorar. Un misterio. Sin embargo, se sabe que nuestro país inscribió su postulación de manera simbólica, ya que Argentina era la favorita, para oponerse a Alemania, lógica elección para tan magno evento. Los teutones desistieron. Los trasandinos corrían, prácticamente solos. Tal vez por ello Raúl Colombo, dirigente porteño, expresó en su discurso "Podemos hacer el mundial mañana mismo. Lo tenemos todo". Al día siguiente, Carlos Dittborn entra al inconsciente colectivo nacional con su frase para el bronce, ya citada antes. Resultado del congreso: Chile fue electo con 32 votos a favor, mientras la Argentina recibió 10 votos y 14 miembros votaron en blanco.
Nuestros padres evitaban cualquier mención al nivel futbolístico del mundial. Los cuentos iban en la dirección de engrandecer al equipo de todos y las selecciones visitantes. Pero no fue tan así. la mala suerte se presentó cuando se lesiona Pele, ídolo esperado con ansias, y no puede jugar por el scrach. Garrincha no pudo alcanzar el nivel superlativo del ídolo carioca, pero por empeño no se quedó. De los cuatro equipos finalistas, sólo Brasil poseía un historial significativo, el resto eran aparecidos. Además, no se presenciaron partidos de alto nivel. Para muestra dos botones: en la final, el gol de Amarildo fue francamante de encuentro de barrio, ya que una deplorable salida a cortar un centro del arquero checo Vilern Schogoif, deja el balón servido para que el delantero sólo la empujara dentro del arco. Mientras que en el partido de Chile- Brasil, lo tantos que les anotaron a la defensa nacional fueron una clara muestra de una desprolijidad defensiva abismante.
Fue el torneo que dio comienzo a la violencia en los mundiales de fútbol. El encuentro de Chile -Italia, quedó en los anales como "la Batalla de Santiago". Ambos equipos se dieron con todo. La pateadura que Leonel Sánchez recibio cerca del banderín del corner por parte de un defensa tano y el gancho de izquierda que le propinó nuestro ídolo en respuesta dio la vuelta al mundo. Estuvieron a un tris, ambos elencos, de darse de bofetadas, aunque empujones y combos hubo. Muchos años después, Leonel confesaría, ante una entrevista realizada por Gary Lineker para un programa deportivo europeo que destacaba a los goleadores de los mundiales, que golpeó al italiano, porque días antes integrantes del seleccionado bachicha habrían expresado en periódicos de su país que las mujeres chilenas eran muy feas.
Creo que no arrojamos este torneo al tacho de la basura, sino que lo dimensionamos en su justa medida, ya que sumando y restando fue un hito de nuestro deporte, ni tanto para elevarlo a alturas inalcanzables, ni tanto para denostarlo. Es decir, un campeonato mundial de fútbol a la chilena.
domingo, 24 de febrero de 2008
Encuentro mensual de hombres notables.
Mis queridos cofrades, sabiendo que me castigaban de por vida, me designaron como el escribano de todas las narraciones que fueran dignas de destacar. Acepté con resignación.
Fue de consenso que la primera historia apelaría a la nostalgia más pura, la niñez. Nos enfrascamos en un nuevo coloquio y el resultado fue una votación muy sui generis de un tema un tanto bizarro que titulamos:
Caroline Jones interpretaba a este personaje de la serie "Los locos Addams", basado en la tira cómica de Charles Addams. Cada vez que aparecía en pantaña con ese vestido ceñido a sus curvas, nuestras mentes olvidaban rápidamente acerca de qué trataba el show, ya que no escondía su sensualidad gótica, como tampoco su excelente conección con Homero en asuntos amorosos. Pero había algo que presentaba un pequeño escollo para nuestras ilusiones... era madre, lo que a veces nos ahuyentaba, dándonos terribles sentimientos de culpa (todavía no leíamos a Freud). Angélica Huston, quien asumió el papel en una película basada en la serie, no pudo borrar la imagen de Caroline.
!Grandiosa, fantástica, diosa¡ Julie Newmar siempre será para nosotros Gatúbela. En ella se resumían todos nuestros deseos precoces. Ser felina, poseer una figura insuperable e interpretar un personaje de una sensualidad explosiva. No negamos que muchos pedimos como regalo de navidad el traje del murciélago de ciudad gótica para sentirnos un superhéroe y salvar el día (en el caso de Batman, la noche), pero en nuestro fuero interno sabíamos que al estar enfundados como el encapotado, nuestra primerísima misión consistiría en buscar a Gatúbela.
sábado, 23 de febrero de 2008
Los condenados de Plaza de Armas (X y final)
viernes, 22 de febrero de 2008
Los condenados de Plaza de Armas (IX)
(Finaliza con "Un importante dossier para Kron")
jueves, 21 de febrero de 2008
Amor virtual
miércoles, 20 de febrero de 2008
Los condenados de Plaza de Armas (VIII)
Comenzó como artista pintor en Plaza de Armas. Su especialidad era el paisajismo hiperrealista, que lograba usando diestramente latas de pinturas con atomizador sobre una hoja de block Nº99. El problema que se le presentó era que habían proliferado como la mala hierba este tipo de pintores. Intentó diferenciarse del resto, primero presentando a viva voz sus trabajos sin mayores resultados. Derrotado, pero no vencido, Freddy intentó quemar uno de sus más hermosos trabajos, lo que atrajo cierto interés de público. Nada. Sólo le quedaba mirar la gran cantidad de admiradores que poseían los cómicos de la Plaza. Freddy los odiaba con toda el alma, sin embargo, y por lo bajo, los admiraba.
Lentamente se acercó a ellos. Cruzaba unas cuantas palabras y luego se refugiaba en su soledad. Así, se fue ganando un pequeño espacio entre sus odiados ídolos. El "Chino", más experimentado que el resto, hizo notar a sus compañeros de oficio las cualidades que notaba en el recién llegado. Su mal carácter, la baja tolerancia a la frustación y su emotividad lábil en extremo.
Estas interrogantes volvieron cuando asistió a Cristian en el ataque fulminante que sufrió en plena vía pública al transgredir este último la normativa de no entregar una rutina con chistes de humor elevado (ver "La fantasía del Cristian, el "Banana"). No podía entender el evidente desconcierto de los médicos que atendieron al malogrado Cristian, ya que no acertaban con el diagnóstico, ni menos el desparpajo de los mismos facultativos al despachar al "Banana" al día siguiente, sonriendo por su espectacular mejoría. La aparición, durante la breve convalecencia del "Banana", de la pareja de hombres de negro solucionando todo el entuerto, cual reyes magos, acrecentó sus preguntas internas, que ya se agolpaban en su mente.
lunes, 18 de febrero de 2008
Los condenados de Plaza de Armas (VII)
La fantasía de Cristian, el Banana.
De todos los condenados enviados a nuestra capital, Cristian era el más joven y despreocupado de todos. Su humor era un rara mezcla de insensatez y agudeza. Se enteró de su detención en Cubewano por un matutino virtual y decidió entregarse para ahorrar trámites posteriores (ver "El origen de la condena"). Sufrió torturas físicas al comienzo, pero sus carceleros al enterarse que era un alma libre que respiraba únicamente su aire, lo confinaron para que esperara su sentencia.
Al llegar a la tierra y a nuestro país, los otros reos le aconsejaron que se asociara con alguien experimentado. Fue así que forjó un tandem con el "Chino", uno de los primeros humoristas desterrados que se había templado en la década de los ochenta, presentando una rutina disfrazado de payaso. Resultaba tragicómico ver al Chino arrancar por las calles del centro de Santiago con la policía de Pinochet tras él. Asemejaban a un gag del programa de Benny Hill, al que sólo le faltaba la música de fondo.
Las rutinas del "Chino" y el "Banana", apodo que Cristian eligió, eran de una simplicidad conmovedora, aunque la coprolalia no estaba exenta de sus temas. Gustaron porque poseían carisma y buena conección con el público que transitaba por la vía. De ambos, sólo Cristian, por ser joven, fue invitado a presentar pequeños papeles en programas humorísticos de la televisión. Jamás los hubiera aceptado.
Se creyó una incipiente estrella del espectáculo. Incluso, en una entrevista que le realizaron para un programa de televisión que presentaba como tema el humor callejero, llegó a decir que su único objetivo era ascender en su carrera lo más arriba que pudiera. En su fuero interno soñaba con presentarse en el escenario mayor de Las Vegas: el Caesar Palace.
A tanto llegó su ingenuidad e inconsciencia que en una de sus rutinas elevó considerablemente el nivel de complejidad de sus chistes, ante la atónita mirada de sus compañeros de exilio. La descarga de energía en su mente lo fulminó y cayó sin sentido en plena Plaza de Armas. Despertó luego de varias horas en una cama de un pobre hospital. Divisó a una pareja de hombres de riguroso terno negro y lentes oscuros que le sonreían amablemente. Estos le tenían una noticia maravillosa. Se presentaron como emisarios del benemérito gobierno de Kron. Le indicaron que su detención era un error y que, apenas se restableciera, podría volver a su planeta. Además le explicaron que sus palabras en aquel programa de televisión y la excelsa rutina humorística realizada anteriormente y que casi le cuesta la vida, las habían, respectivamente escuchado y observado, un turista norteamericano. Éste era hermano de un importante agente de artistas y deseaba conversar con él. Su regreso al planeta natal podría esperar. Se durmió plácidamente esa noche.
Los acontecimientos se sucedieron con una vertiginosidad impresionante: salir de Chile, embarcarse rumbo al país del norte y triunfar fue una superposición de momentos digno de cualquier cineasta experto en montajes. El Caesar Palace, el Flamigo y el Tropicana fueron testigos del éxito arrollador del "Banana". Le siguieron una invitación al Saturday Night Live, una entrevista con David Letterman, presentada de costa a costa y coronando toda esta desembocada sinfonía, una presentación especial de su mejor rutina en la entrega de los premios Grammy.
Esa noche de ensueño, Cristian posó su cabeza en la almohada enfundada en seda y contempló, una vez más, la perfecta desnudez de las dos bellas modelos con las que había tenido su privada celebración. Se entregó a un sueño plácido. Se sabía triunfador, un semi - dios.
Un desagradable ruido de motores dementes que venía de fuera lo despertó de improviso. Se encontraba en la misma cama del destartalado hospital santiaguino. Era de día y los quejidos de los demás enfermos comenzaban su letanía insoportable. Lo entendió todo. Kron y los suyos le habían aplicado el peor castigo, después de la muerte. Ser víctima de un simulacro, basado en un deseo que atesoraba en lo más profundo de su corazón, pero que había sido exteriorizado en una entrevista de un canal nacional. Creer vivirlo intensamente para descubrir que era una vil mentira.
Cristian descubrió en carne propia lo que significa el dicho nacional: por la boca muere el pez.
(Continuará con "El loco Freddy le hace honor a su apelativo")
domingo, 17 de febrero de 2008
Los condenados de Plaza de Armas (VI)
El clan Vásquez, si bien desarmado por el alejamiento del hermano menor (ver "El fallido intento de Paul Vásquez"), no se amilanó y buscó la manera de sobrellevar su pena. Alex y Hans, luego de mucho cavilar creyeron dar con la solución. Asumirían su destino y lo enfrentarían con la mejor disposición posible.
Fue así que ensayaron arduamente sus rutinas, le dieron un perfil definido a cada rol que representarían ante el público y, lo más importante, nunca abandonarían la calle como lugar permanente de trabajo, sin embargo la Plaza de Armas no sería su escenario natural, sino que la fachada del Banco de Chile, ubicada en el Paseo Ahumada.
Se fueron haciendo de un nombre entre los paseantes, aunque en su fuero interno sabían que su incipiente y precaria popularidad se debía al parentesco con su hermano Paul. Su humor mantenía la ramplonería exigida y sumaban adeptos utilizando ingeniosamente la cultura popular. De muestra un botón. En sus presentaciones ambos vestían las camisetas de los dos más populares equipos del fútbol chileno. Alex, se ataviaba con la de Colo - Colo y Hans, con la de Universidad de Chile. Se enfrentaban en una batalla de bromas con palabras de grueso calibre para así denostar al contrario, haciendo las delicias de los simpatizantes de ambos clubes. Lo que estos últimos no imaginaban es que estos seres venidos de otro planeta ni siquiera manejaban los conocimientos más rudimentarios acerca del balompié. Las referencias las obtenían leyendo la prensa a diario.
Vivieron gratos momentos. Su plan de mantenerse unidos y bajo ninguna circunstancia abandonar la calle, daba frutos. Algunos pequeños empresarios teatrales de regiones los llamaban para efectuar presentaciones, manteniéndolos como teloneros. Si bien no era la felicidad que buscaban, los pequeños objetivos de respirar un aire parecido a la libertad se estaban cumpliendo.
Kron no había previsto que sus condenados asimilaran tan resueltamente las condiciones que les había impuesto. Alex y Hans parecían haber encontrado una novedosa forma de escape. La reunión de consejeros con el sátrapa no se hizo esperar. El resultado de tal contubernio fue digno del más satánico plan emanado del averno. Descubrieron que los hermanos Vásquez, en especial, Alex y Hans, habían desarrollado la envidia el uno por el otro, durante su infancia. Resultó fácil activar este dispositivo en sus mentes, ya que era un sentimiento apenas adormecido en ellos. Luego de varias rutinas humorísticas callejeras, en donde evidenciaron su malestar con el otro, terminaron agrediéndose mutuamente, ante la mirada morbosa de su, antes incondicional, público.
La separación fue la solución que tenían más a mano. Comenzar nuevamente desde cero, creando rutinas esta vez monologadas, la desconfianza en sus fans y en el precario futuro que les esperaba fue su nuevo castigo, sin contar con la herida familiar que tardaría muchos años terrestres en cicatrizar.
(Continuará con "La fantasía de Cristian, el Banana")
sábado, 16 de febrero de 2008
Los condenados de Plaza de Armas (V)
Conscientes de la espantosa suerte corrida por Paul Vásquez y el Indio, Juan Carlos y Roberto, cuyas chapas correspondían a "El Flaco" y "El Bob Esponja" decidieron cambiar la estrategia para sacudirse el yugo opresor.
Eran un simpático dúo de cómicos. La versión guachaca de Bub Abbot y Lou Costello. La pareja dispareja que se reía de sí misma y de los demás, con una frescura inusual para la época. Rápidamente lograron notoriedad en las calles y comenzaron a pensar en grande, siempre con la sombra fatídica de Paul Vásquez en sus conciencias. Primero fueron las presentaciones en clubes nocturnos. Algunos programas de humor televisivo los llamaron, pero se percibía en el aire la desconfianza hacia su trabajo. Se impusieron sin destacar grandemente. Ese era el plan. Brillar, pero no demasiado. Presentarse en todos los escenarios, siendo segundones y manteniendo el bajo perfil, así no se podía desconfiar en quien no hace daño ni molesta.
Un año terrestre les duró la bonanza. Durante ese tiempo sus ganancias mostraban una interesante alza. Lo momentos altos de ambos fueron logrados en el programa "Vamos Chile" y en el "Show de Charlie Badulaque" , este último un refrito del tristemente célebre "Japennig con ja", llamado irónicamente por los opositores de la época como "El circo de Pinochet".
Al término de la temporada Roberto y Juan Carlos sabían ya que algo andaba mal. No podían explicarlo, pero si sentirlo en cada poro de su piel. El elenco del programa y las restantes personas del equipo de trabajo, si bien los recibía cada día amablemente, nunca les dieron pie para profundizar las relaciones personales. Asomaban las primeras pistas. Una mañana los llamó el director de programación. Sin mayores preámbulos los despidió. Desolados, Juan Carlos y Roberto pidieron las justas razones de su término de contrato.
- Ustedes no pertenecen a este lugar. Fue la lacónica y devastadora respuesta. De ahí en más siguió una serie de fracasos. En su intento de aparecer en todas partes y la vez sin hacerse notar demasiado habían olvidado que la tierra, y en especial Santiago, era su estadio de reclusión. La calle los esperaba nuevamente.
El castigo, en su perfecto plan, nuevamente asomaba. La clasista capital de Chile se ajustó a cabalidad con lo ideado por Kron. A esos "hombrecitos" alguien debía ubicarlos en el exacto lugar al que pertenecen.
(Continuará con "Alex y Hans osan dar una vuelta de tuerca a su destino")
viernes, 15 de febrero de 2008
Los condenados de Plaza de Armas (IV)
Uno de los convictos que intentó denodadamente de cambiar su suerte fue Paul, el menor de los hermanos Vásquez. Luego de algunos trabajos en la calle junto a su familia y sin grandes logros, a finales de los ochenta los abandona y comienza una carrera con otro condenado: El Indio.
jueves, 14 de febrero de 2008
Magister interruptus
miércoles, 13 de febrero de 2008
Los condenados de Plaza de Armas (III)
lunes, 11 de febrero de 2008
Los condenados de Plaza de Armas (II)
Sin embargo, uno de los pilares de su declaración de principios no estaba siendo acatada por cierta parte de la población del planetoide. Me refiero al carácter adusto que debía poseer todo habitante. Algunos artistas, que hacían del humor su oficio, hacían reir de buena gana con sus rutinas al pueblo. Los chistes versaban acerca del antiguo régimen y sus supuestas debilidades. Los intelectuales proclives a Kron le aconsejaron que no perdiera de vista a estos renegados, porque atentaban contra la sacrosanta seriedad, a pesar de que sus gags cómicos hacían mofa de los líderes derrocados, de mantenerlos en sus trabajos, ¿quién nos aseguraría que las temáticas de sus rutinas cambiaran de rumbo y comenzaran los ataques arteros contra Kron, su gobierno y el sistema imperante?.
El mandamás no lo pensó dos veces y ordenó detener a todo aquel sujeto que osara hacer del humor su trabajo. Los primeros detenidos fueron los que más sufrieron, debido a que en ellos la policía secreta descargó toda su furia, torturándolos con el objeto de saber el paradero de todos los humoristas del planetoide.
En el momento que creyeron haber capturado a todos los extremistas y sin saber que hacer con ellos a excepción de matarlos, Kron volvió a solicitar consejo a los intelectuales. Éstos le confirmaron que la desaparición era la mejor vía de solución. El déspota, quiso por esta vez, disfrazarse de magnánimo. Argumentó que por prestar tan valiosos servicios al nuevo orden, esto es haber establecido rutinas que se mofaran del enemigo derrotado, los desterraría de por vida y así no se hablaría más del asunto.
Se buscaron minuciosamente las urbes que servirían de hogar a los humoristas. Éstas debían llenar los requisitos carcelarios. Encontrarse sobrepobladas; con altos índices de contaminación acústica, de polución, etc. ; los habitantes debían poseer una percepción negativa de su calidad de vida; alto número de personas con depresión o enfrentados al suicidio y, en especial, que la risa fuera acogida de manera malsana o su humor fuera ramplón.
Luego de agotadores estudios y análisis, las ciudades elegidas, entre otras, fueron: Tokio, Teheran, Kabul, Dallas , Moscú (tierra de la tristemente célebre shatushka) y Santiago de Chile. A los cómicos de Plaza de Armas se les había escogido su mazmorra eterna.
viernes, 8 de febrero de 2008
Los condenados de Plaza de Armas (I)
Ya es hora de que se revele el gran secreto de los humoristas de Plaza de Armas. Bajo esa apariencia despreocupada y personalidad arrolladora se esconde una inmensa tristeza. Se encuentran condenados a cadena perpetua por un crimen que no cometieron y su cárcel es el planeta tierra. En el caso de los cómicos a los que me referiré, su radio de acción se circunscribe a la ciudad de Santiago, en especial a sus plazas, aunque sólo en algunas ocasiones se les permite actuar fuera de la capital.
Según mis precarias investigaciones son originarios de Cubewano (en inglés, se pronuncia /kju:bwan/, que es un planetoide. Éste se ubica a gran distancia de Neptuno y no está controlado por las fuerzas gravitatorias ni de éste planeta ni de otros. Su órbita, no obstante, se mantiene estable por ser casi circulares, como las de los planetas; a esta similitud con los planetas se debe el nombre de objetos "clásicos" del cinturón de Kuiper).