martes, 26 de septiembre de 2023

Presencia masónica en el Club Social y Deportivo Colo Colo (IV parte y final)



Un emblema proteico


En un comienzo la alba camiseta carecía de escudo identitario. Bastaban los colores blanco y negro, muy acordes con el sueño de aquellos docentes idealistas. Empero, la imperiosa necesidad de picar alto en todos los sentidos positivos de la vida llevó a este puñado de soñadores a incursionar en el campo internacional. Luego de los primeros juegos se percatan que otros equipos americanos y europeos portan significativos escudos en sus camisetas. No se diga más. Los ritos y símbolos son capitales en toda institución que desea trascender más allá de sus propias limitaciones. 

No hay una sola opinión respecto al creador del escudo. Más bien, se cierne un manto de dudas del creador de la primera insignia. Se menciona a David Arellano como el autor, otros a Quiñones y un largo etcétera que no se dilucidará jamás. El primer distintivo era de una simpleza inocente. El fondo era azul y el nombre del cacique sabio aparece en letras blancas con una cinta roja alrededor. Luego de algunas breves modificaciones se tuvo que aguardar hasta 1950 para que se le encomendara al caricaturista Jorge Silva el diseño del cacique Colo Colo en el escudo, el que, salvo modificaciones leves, se mantiene hasta nuestros días.

A modo de cierre, se hace necesario contextualizar el momento histórico nacional que rodeó la fundación del club deportivo. Chile, en esa época, vivía tiempos especiales. Se forma el Banco Central y se redacta la Constitución de 1925 que durará hasta el quiebre de nuestra democracia en 1973. El país se debatía en la pobreza, el analfabetismo y la ruralidad, siendo su terrible impronta los miles de niños descalzos que deambulaban por las ciudades. Comenzaba, tímidamente, a surgir la clase media. Es el pobre que se educa y se esfuerza por progresar. Los hermanos Arellano y sus cofrades forman parte activa de aquello y, como docentes librepensadores, no solo fundaron un club deportivo. Crean un proyecto educativo laico, pluralista y chileno. No se desprecie el hecho que el gobierno de la época financia los viajes del equipo, no como una mera entretención de masas, sino como embajadores de la cultura y los valores nacionales. 

                                                    FIN

(*) Dedico este seudo cuento - crónica y homenaje a mi padre, colocolino a perpetuidad, quien recibió del presidente del club en una ceremonia en el teatro Caupolicán, una medalla al hincha más antiguo de la institución en los noventas y que, junto a sus restos, descansa una alba bandera del eterno campeón y jamás se enteró de la impronta masónica en el club de sus amores.

Presencia masónica en el Club Social y Deportivo Colo Colo (III parte)

 


Un sabio cacique

El nombre del club se concretó solo dos semanas después de su fundación y fue el centro delantero de la época, Luis Contreras, quien lo propuso (este terminó siendo ingeniero agrónomo). Es sabido que los nombres de equipos deportivos deben evocar lugares emblemáticos, personajes insignes o aguerridos, o bien, animales fabulosos que destacan por su valentía, destreza y ferocidad. Como docentes formados en la cultura idealista de la época, los integrantes primigenios dieron cuenta de esa singular característica. El patronímico tendría un origen muy distinto.

En el estadio El Llano, Contreras y otros, imbuidos de sus lecturas, tales como la Araucana de Ercilla y El cautiverio feliz de Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, y rescatando la cultura chilena, deciden que un mapuche es el indicado. Desechan a Caupolicán, el toqui más conocido, como también al estratega Leftraru (Lautaro) o al mestizo Alejo, el último grito de guerra en el Walmapu. El club debía perseguir valores altísimos y es por ello que la sabiduría plena, el liderazgo positivo y el respeto a las experiencias serían el norte. El cacique Colo Colo es el ideal supremo.

Se cree que este líder Mapuche vivió alrededor de 1490 y según algunos historiadores entre 1515 y 1561. Otros, como Gerónimo de Bibar y Alonso de Góngora y Marmolejo lo mencionan como un cacique influyente y experimentado. Prueba de ello, es su decisiva participación en la elección de Lautaro como fino estratega militar que cambiaría la forma de plantar batalla a los invasores y, de igual manera, interceder en la forma en que se elegiría al Toqui que lideraría las huestes, quien no era otro que Caupolicán. Para los noveles Hermanos Arellano, Quiñones, Contreras y otros, Colo - Colo era el nombre que fundía las aspiraciones e impronta del naciente club.

Ahora la preocupación de estos profesores normalistas era el diseño del escudo...tema no menor...

viernes, 22 de septiembre de 2023

Presencia masónica en el Club Social y Deportivo Colo Colo (II parte).


 Arellano y Quiñones, ¿masones encubiertos?

El extraño objeto ya ocupa un destacado lugar en una de las repisas centrales de mi biblioteca. Y comencé la investigación. Averigüé que el dependiente del Persa Bío Bío lo adquirió en un remate de los inmuebles y pertenencias varias de una casona del barrio Concha y Toro, perteneciente a un tal Sr. Marcé, colocolino de corazón y que había muerto sin dejar descendencia. Todas las reliquias relacionadas con el equipo del cacique se las llevaron otros y a precios elevadísimos. Este adminículo para mascotas se vendió de último y a un precio razonable que se quintuplicó, al saber su dueño el verdadero origen. 

La relación Colo Colo - Masones era la que sostenía la intriga. ¿El Sr. Oliver era masón y colocolino, sin relación alguna de estos dos conceptos o había algo más? Opté por lo segundo, más bien por el nerd que llevo dentro, dispuesto a hurguetear, aunque sea una pérdida de tiempo. Revisité la historia del club deportivo, esta vez intentando ver con otros ojos. Nada nuevo en un comienzo, hasta que reparé en la profesión de David Arellano, fundador y primer capitán y la participación de Juan Quiñones, el ideólogo del uniforme del equipo.

El primero fue un profesor normalista, especializado en Educación Física. Era cosa sabida que las escuelas normales de Chile eran laicas y con una poderosa, pero oculta formación masónica. Prueba de ello son las directrices que David Arellano intenta plasmar en la misión del club y sus valores. Alto compromiso con la institución; trabajo en equipo con responsabilidad y solidaridad, manteniendo un perfil bajo; lealtad deportiva con los suyos y los rivales; humildad, en especial ante los triunfos; sacrificio y dedicación. Si lo antes mencionado no se relaciona con los postulados masónicos...pega en el palo. Agrego su triste, pero poderosa despedida del club. Se retira como el primer mártir. Jugando contra un equipo en Valladolid, España, recibe una patada artera que acaba con una peritonitis, causándole la muerte. Entra a la leyenda del club y se inmortaliza con la franja negra en el hombro derecho de la camiseta y su nombre, identificando al estadio propio como el Monumental David Arellano, ubicado en la comuna de Macul.

En cuanto a Quiñones, su legado le da un carácter único a la naciente agrupación. El uniforme del equipo fue propuesto por él, el mismo día de la fundación del club el 19 de abril de 1925. en el Bar Quitapenas, ubicado a un costado del Cementerio General (cementerio laico, fundado por Bernardo O'Higgins, padre de la Patria y reconocido integrante de la Logia Lautarina, reconocida prehistoria masónica.. ¿Coincidencia o localización seleccionada adrede?). Quiñones propuso el color blanco de pureza deportiva, los pantalones negros, símbolo de seriedad y medias azul marino, recreando el color principal de la Armada de Chile, cuna de grandes masones, siendo el inigualable Arturo Prat su hegemónico estandarte (aparte de marino excepcional, abogado, espía secreto del estado chileno, espiritista y bombero).

Ya las coincidencias se batían en retirada y las conexiones masónicas explotaban por doquier. Sin embargo, faltaba lo más importante...la explicación del nombre del Club Social y Deportivo...

miércoles, 20 de septiembre de 2023

Presencia masónica en el Club Social y Deportivo Colo Colo (I parte)

 

Un objeto bizarro

Lo que se encuentra oculto y vive entre en las sombras, manipulando los hilos y controlando los destinos de las personas, sin que estas siquiera se percaten de esta situación es el gran logro de las agrupaciones secretas. Mientras menos se les perciba triunfan en grande, ya que sus conexiones se extienden por prácticamente todo el globo terráqueo.  

La Francmasonería (o derechamente la Masonería) es una de estas hermandades. Por descontado se da que sus redes se encuentran en nuestro país desde la época posterior a la Patria Vieja. Algunos de nuestros connotados próceres fueron enrolados en sus filas y destacaron por lo alto. Aún en nuestros días se reconocen símbolos e íconos de la logia en símbolos patrios, monumentos e inscripciones y estos últimos se encuentran presentes en nuestro casco histórico santiaguino, dando cuenta de su impronta y presencia.

Ahora al punto. Paseando por el Persa Bío Bío, y expuesto en uno de los pequeños negocios efímeros del lugar, mis ojos clavaron su dirección en un objeto pequeño, plano, ovalado y gris, con una pequeña argolla adosada a él (seguramente su propósito era para reconocer mascotas extraviadas). Leí las inscripciones que contenía y, si bien, estaban escritas en ingles, reconocí la dirección de un domicilio de la ciudad de Leadville, en el Condado de Lake, Estado de Colorado, Estados Unidos.

Sin embargo, dos símbolos y una leyenda llamaron poderosamente mi atención.  Las dos primeras, el inconfundible ícono de los masones con su compás y escuadra y las tres estrellas, encontrándose esta última al lado de la palabra COLO. Recordé que Texas era el estado de solo una estrella solitaria, por lo que no hacía sentido para mi las dos restantes. El dependiente, que detectó el vivo interés en mí me explicó que esta era una extraña y costosa pieza, que perteneció a Richard Oliver, hermano de Elsie, la madre de Jorge Robledo, ídolo del Colo Colo de los cincuentas e hincha acérrimo del cacique.

Había un posible juego de palabras y de símbolos con doble significado del objeto. Acortar el nombre de Colorado por Colo y tallar varias estrellas, haciendo alusión a algunos de los variados torneos ganados por el equipo albo era una conclusión plausible. Aparte que su antiguo dueño poseía una alguna vinculación con el club deportivo, al ser pariente de la madre de unos de los jugadores históricos del plantel. No puedo negar que aquello me motivó grandemente.

Sin embargo, y demás está decir, que puse en duda las palabras del dependiente. Empero, volvió a la carga. Extrajo de un desvencijado cajón un documento que acreditarían sus palabras. Era un certificado de autenticidad, aparentemente con todas las de la ley y para convencerme más aún, me dijo que podía pagarle el costo de la pieza en cuotas mensuales. A pesar del posible gato encerrado de la negociación, cerré trato y ordené a mi banco darle el importe mensual requerido. Fue solo el comienzo de una extraña travesía investigativa que me depararía algunas sorpresas.