viernes, 22 de octubre de 2021
Desesperadamente buscando a Javiera (Into the groove).
miércoles, 24 de febrero de 2021
El súper manual de los Cortapalos del nuevo Maquiavelo.50 leyes del poder en el Padrino. (Seudo-crítica literaria).
Desde ese momento, y al presente, creo haberla visto una veintena de veces. Y cada vez con distinta óptica etárea. Primero como un excelente historia de la mafia norteamericana post -Segunda Guerra Mundial. Luego, como una crítica a la violencia institucionalizada, posteriormente como una película cuasi operática, que desnuda el verdadero sueño americano. Hasta que el año pasado, Alberto Mayol la usa como un iluminado manual para entender el poder en su estado más puro. Es evidente el amor que el autor le profesa a esta joya del cine, tanto así que la unió a El Príncipe, el famoso tratado político del siglo XVI, de Nicolás Maquiavelo, para utilizarlas como base fundamental de su libro 50 leyes del poder en el Padrino.
Es más, este texto sería la versión chilena posmodernista de El Príncipe, ya que nos entrega una acertadísima visión del uso correcto del poder (si se me permite el término "correcto"), en clave metafórica de la obra de Francis Ford Coppola y Mario Puzo (a la sazón, autor de la novela El Padrino). Toda vez que, los personajes, acciones, conflictos y en un largo etcétera, el autor los utiliza como una eficaz herramienta para explicar acontecimientos, afortunados o desventurados de la elite en general, que perfectamente se pueden aplicar a nuestra política y políticos nacionales actuales.
En sus primeros capítulos, Mayol nos ubica, tanto su contexto personal, como las referencias filosófico - literarias que sostienen su obra. Posteriormente, entra de lleno a analizar las 50 leyes que toda persona que detente poder, sea víctima de este o se ubique como mero espectador (a estas alturas, posición insostenible, ya que el poderío lo invade todo, lo contamina todo) debe conocer y asimilar. Todas y cada una de ellas, sostenidas por escenas emblemáticas de la monumental película de Coppola. Por la pluma de sociólogo, desfilan los principales integrantes de la familia Corleone y escenas clásicas, tales como la cabeza del caballo, el intento de asesinato de Vito, la estética y terrible muerte de Sony, entre otras. Sirviendo de telón de fondo de las elucubraciones de qué, cómo , dónde y cuándo aparece y se aplica o no la fuerza o la estrategia del todopoderoso.
Algunas de estas leyes, incluso podrían funcionar como un estilo o forma de vida para cualquier mortal: "Que nunca sepan lo que estás pensando", "solo se tratan los temas delicados con los verdaderos involucrados en el problema", "sé predecible en tiempos de paz e impredecible en los de guerra", "si debes elegir entre la eficiencia y la eficacia, siempre elige este última" . Y la mejor de todas: "Abogados, abogados, abogados". Todas ellas y 45 leyes más, son sabios consejos que permitirían al potentado avanzar con éxito en el intrincado escenario de las ligas mayores y a mortales, como tú y yo, a entender ese resbaloso, secreto y peligrosísimo mundo del poder, ya sea político, militar, religioso o de la gran empresa y cómo nos afecta diariamente, sin que nos demos cuenta.
Un texto altamente necesario (casi como un libro de cabecera), para que cada vez que no entandamos una decisión, acciones o palabras que expresan un personaje que pertenece a ese mundo, revisemos estas normativas y descubramos lo que traman a nuestras espaldas y casi con total impunidad. Lo triste es comprender que deberemos contentarnos solo con visualizar el engaño u imposición, disfrazada de ley o de buena intención. Lo que al final del día, será lo único que podremos lograr.
Mayol, Alberto.
Editorial: Catalonia.
Santiago de Chile. 2020.
miércoles, 3 de febrero de 2021
Homo Deus o el diario del lunes del 2150. Seudo crítica literaria.
domingo, 17 de enero de 2021
Coranavirus chilensis (3)
Amigo Richard,
Aproveché que me encontraba en lado sur de mi comuna, el que estaba libre de la cuarentena y decidí salir, luego de tres semanas y media de bendito encierro. Con el temor histórico del habitante nacional y desconfiado por ser gobernado por unos líderes demenciales, me disfracé para ver la luz. Lentes de sol, mascarilla, camisa de mangas largas, pantalón de tela y zapatos cerrados. Solo mis manos y partes de mi cara y cuello se encontrarían expuestos. Era un extraño símil del hombre invisible de la inmortal novela del mismo nombre de H.G.Wells.
Era notoria la baja en el número de personas en las calles. Incluso en el tren subterráneo, el promedio era de veinte pasajeros por vagón. Sentí miedo durante toda la desventura. me parecí estar rodeado de zombis catatónicos que esperarían cualquier descuido mío, para saltare encima y devorarme en cuestión de minutos. Salí a la intemperie y el sol me cegó por algunos segundos.