miércoles, 22 de julio de 2009

UN OBJETO (in) DESEABLE...

La primera pin up chilena

Si a Rosita González le hubieran anticipado que su pacífica existencia sufriría un vuelco tal que nunca volvería a ser la misma, habría meditado varias veces el hecho de aceptar la invitación a Viña del mar de su amiga aquella calurosa tarde de enero de 1970. Frisaba los treinta años en ese entonces. Olga trabajaba de asesora del hogar en una elegante casa de la Ciudad Jardín y ese fin de semana las coincidencias andaban estorbándose unas a otras. Los dueños de casa viajaban al extranjero y el marido de Rosita, que en ese tiempo las hacía de vendedor viajero, se ausentaría hasta el martes. El convite a su amiga de la capital no se hizo esperar y aquella tarde de viernes ambas comadres se daban un gran abrazo en el terminal de buses del elegante balneario.



Disfrutaron de un opíparo desayuno al día siguiente y, luego de probarse varios trajes de baño de la patrona de Olga, enfilaron rumbo hacia Reñaca, la playa de moda de aquella época. La idea original era asumir el rol de jóvenes damas de la alta sociedad y disfrutar inocentemente de la travesura. Al llegar al exclusivo balneario, Rosita se despojó de su solera y dejó al descubierto su hermosa y provocativa figura. Sus senos eréctiles y su exquisita pelvis se encontraban apenas cubiertas por un diminuto bañador. El cuadro se acentuaban con el color oro mate de su fina piel y la sensualidad de su facciones, rematadas por unos ojos negros que inquietaban. Los rostros denotando admiración de los hombres en derredor no se hicieron esperar. Rosita ya había experimentado esa experiencia antes. Sabía que el chileno es intrínsecamente voyerista e inofensivo, además de sentirse inferior ante un momumento femenino.

Sin embargo, ese mismo día un singular personaje se encontraba en Reñaca. Era un gringo que había decidido aceptar la invitación de unos amigos a pasar sus vacaciones en Chile. Al observar a Rosita perdió el aliento y decidió abordarla de inmediato. Usando a uno de sus acompañantes como intérprete se presentó ante ella y le explicó su repentino y vivo interés. Era Carl Barks, un prestigioso y señero dibujante de EEUU, que otrora le había dado vida durante casi cuarenta años al Pato Donald y a su antropomórfica familia en un famoso cómic, pero que había abandonado hace algún tiempo su tarea y se encontraba replanteándose la vida y su trabajo, deseando publicar en medios de consumo adultos. Hubo que vencer variados obstáculos de entendimiento, pero al final Rosita se enteró que este anciano deseaba contratarla como modelo de pin up. Para ello, le cancelaría generosamente si posaba para él.


Más por una chiquillada, que por interés monetario (Barks le canceló en dólares), Rosita fue su modelo por un día. Hasta ese momento su vida consistía en atender a su marido, a quien en ese tiempo amaba mucho, trabajar en su casa de costurera y realizar las labores de casa. La idea de convertirse en una reina deseada por una vez la sedujo poderosamente. Barks realizó variados croquis de su figura y gastó al menos tres rollos fotográficos en ella. Rosita retornó a la capital y a su vida y durante un tiempo no se habló ni se supo más del asunto. Hasta que su confidente amiga de la Quinta Región la llamó para indicarle casi a gritos por el teléfono que comprara la última edición de la revista Play Boy, ya que en la biblioteca de su patrón descubrió que la bella aparecía en sus páginas interiores. Rosita ignoraba la existencia del sexista producto, pero luego de arduos esfuerzos dio con la revista en un quiosco de Providencia y constató que Barks la había dibujado en blanco y negro y completamente desnuda sobre unos inmensos almohadones.

El calor que sintió su cuerpo, mezcla de orgullo y placer, fue indiscriptible. Pero la cordura primó en ella y guardó bajo siete llaves la erótica publicación e intentó proseguir con su vida. Sólo quedó en el intento, ya que varios artistas del desnudo sugerente, enamorados de su figura, la visitaron en ese entonces. Se citó en secreto con cada uno de ellos. Así recorrieron su cuerpo con el lápiz y la plumilla, nombres de la talla de Dave Stevens, Fran Frazetta y George Petty, quienes supieron de la existencia de un pequeño país sudamericano sólo por contemplar, admirar y retratar a Rosita. Rechazó una a una las invitaciones a acompañarlos al país del norte. Rosita era una mujer fiel a su esposo.
Eran tiempos extremos. El gobierno de Allende daba evidentes muestras de deterioro y el desabastecimiento campeaba. Los honorarios de Rosita cancelados en verdes billetes servían para enfrentar la penosa situación familiar, sin que su marido se enterara de su procedencia.


Rosita creyó que sus penurias acababan, porque caía el líder de la Unidad popular, junto con su administración y era reemplazado por un gobierno de militares. Rápidamente se unió a la causa de la Reconstrucción Nacional, eufemismo que usaron los jerarcas de la época para denominar a su proyecto de dominación. Se unió a la agrupación CEMA Chile, comandada por la esposa del general en jefe del gobierno. Incluso se rio de buena gana cuando se enteró que un desconocido dibujante norteamericano la dibujó (ella dedujo que había utilizado fotos de Barks), posando como una cosmonauta soviética. Lo atribuyó a que su breve carrera de pin up la había realizado durante el gobierno izquierdista anterior, por lo que el anónimo artista se había confundido.


Trabajabando denodadamente para su familia y la causa de los nuevos patrones nacionales fue invitada a una recepción de militares y esposas. Los lascivos ojos de los altos uniformados se posaron en su bella figura y recibió una sugerente invitación a una reunión privada con los mismos. Se negó tajantemente y abandonó el lugar indignada. Ante tal negativa, algunos mandamases pidieron investigar a esa china que declinaba de una manera tan altiva una invitación que las mujeres más hermosas del país aceptaban gustosas. Detectar su supuesta vinculación con el comunismo internacional (debido a la imagen de la astronauta) y llevarla a un centro de detención fueron acciones que se sucedieron en sólo una noche.
Rosita comenzaba su calvario. Fue dejada en libertad tiempo después sólo luego de comprobar, con apremios espantosos, que era una alma libre cuya conciencia reducida no le permitía entender en lo que se había involucrado. Su marido se enteró de su pasado de modelo erótica y su supuesta inclinación socialista y se convirtió en un torturador más. Rosita, con lágrimas en los ojos, lo abandonó y se sumió en el más trágico de los silencios. Hasta que con el advenimiento de la democracia, intentó que repararan su vida mancillada. Fue inútil. Los distintos gobiernos concertacionistas no desearon involucrarse, según ellos, con una mujer que había coqueteado abiertamente con el marxismo y con la dictadura nacional más cruenta de que se tenga memoria, sin considerar que había vivido una supuesta vida licenciosa. Además sus detractores, al enterarse de todo, la utilizarían para atacar duramente a los nuevos administradores de palacio.
Termino estas palabras teniendo a Rosita González, ya de casi setenta años marcados en su rostro y absolutamente sola, frente a mí. Le consulto por la opinión que posee de todas y cada una de las personas que desfilaron por su vida, incluyéndome a mí en su calidad de cronista, luego de su lastimoso periplo. Creo que la última imagen de esta narración contesta con creces tal pregunta.

sábado, 18 de julio de 2009

Economía de Mercado

Venta de chatarra
interestelar en el
Persa Bío Bío
Que no se llame a confusiones. Lo que expongo aquí con convicción y valentía no es un ataque artero al Mercado Persa Bío Bío. Si existe algún lugar amado por mí en Santiago es este pedazo de cielo anárquico que se ubica en el populoso barrio Franklin. No en vano he gastado y he gustado durante largos años de mi vida recorriendo y saboreando cada galpón, cada cuadra, cada vericueto de este pacífico monstruo laberíntico capitalino. Habiendo dicho esto, me veo en la obligación de denunciar un tráfico de artículos cuyo origen no es terrestre.



¡Qué más da! dirá usted y con justa razón. A qué tanta alaraca por otra de la muchas infracciones que se cometen en este lugar. La esencia del Persa es el trueque ilegal, a vista y paciencia de la autoridad (in)competente (¡esa es la gracia!). Por cierto que usted posee la razón, pero esas infracciones eran nuestras, criollas, güachacas. Que comenzaban con nosotros y acababan con nosotros. Las leyes no escritas las imponíamos según nuestros pareceres y sin preguntarle la opinión a ningún mandamás, ni siquiera a los milicos durante los setenta y ochenta, salvo cuando el alcalde Ravinet, en los noventa y sin consultarle a nadie, trazó el actual "plan regulador" del Persa Bío Bío y lo modeló como se conoce en la actualidad.


Al punto. En este cuasi sacrosantro lugar se trafica mercancía venida de otras galaxias. Quizás para algunos sea la noticia del siglo, toda vez que se dilucidaría la existencia de vida extraterrestre, constaríamos con tecnología de punta y todo esto ocurriendo nada menos que en suelo patrio. Quienes piensan así le erran fiero, porque este tipo de transacciones llevan décadas realizándose en los países del primer mundo, en donde el intercambio sofisticado de productos y servicios avanzadísimos es toda una realidad. ¿De dónde creen ustedes que los gringos y los japoneses obtienen sus adelantos y en tiempo record?




El gran problema es que la basura, el sobrante, lo que dejó de ser útil para el Occidente desarrollado llega a parar a nuestras ferias, disfrazado de ofertón, de ganga, de novedad del año. ¿Usted nunca se ha preguntado por qué tal cantidad de millones de dvd's y cd's de películas y música de tan buena calidad que se transan cada fin de semana? ¿Tantos miles de celulares habilitados al momento? ¿Tanto repuesto indicado y justo para ser utilizado? ¿Quién los fabrica? ¿Por qué siempre la policía detiene a los distribuidores y no al eslabón que origina la cadena del tráfico? Demasiadas interrogantes sin la debida respuesta.



Y las preguntas siguen: ¿por qué se lleva a cabo esta operación? ¿quién se beneficia con ella? ¿quién tiene el poder para encubrirla? Las respuestas, aunque usted no lo crea, son obvias. En primer lugar para mantener el status quo del subdesarrollo. En la segunda interrogante nuestra clase dominante tiene la palabra. Y por último, del '89 hacia atrás los uniformados y la derecha política son los socios fundadores del proyecto y del '90 en adelante la Concertación gobernante sólo se sumó a la lista de beneficiados. Desde esta humilde tribuna llamó a los santiaguinos de corazón, amantes de lo nuestro y de la libertad a elegir a organizarnos y crear conciencia que el Persa Bío Bío es producto nacional, no envasable, ni intercambiable y por ningún motivo desechable.

domingo, 12 de julio de 2009

Tedio productivo (del archivo de "Santiago distópico")

SENSUALIDAD DE ALTO RIESGO
EN EL METRO DE SANTIAGO

Era una mañana como cualquier otra en el tren metropolitano. Andenes y carros atestados de gente que demostraban prisa por llegar a un destino predeterminado por misteriosas fuerzas que dominaban en las sombras. Yo sólo era un peón más, un binario perfectamente programado y que calzaba de manera precisa en el gran ordenador. Fue entonces cuando las vi...

En un primer momento se mimetizaban con nosotros. Sin embargo, una de ellas, aprovechando que el tren se detenía más tiempo del normal, extrajo un lápiz labial de su bolso y comenzó a deslizarlo por sus labios, mientras se miraba en un diminuto espejo. Las ojos de los pasajeros no pudieron evitar captar en toda su plenitud aquel sublime y mágico momento. Era sólo el inicio. Su acompañante, coquetamente, comenzó a aplicar en sus mejillas una base de rubor con un pincel de abultados pelos. Las otrora mujeres masa, ahora semejaban dos maravillosos ángeles.


A la mañana siguiente otras jovencitas, aprovechando las cada vez más frecuentes detenciones de los carros y ya advertidas de nuestro vivo interés en observarlas, comenzaron a acicalarse de modo sensual. Fue así que los delineadores cumplían con la tarea de renacer bellos ojos femeninos y la paleta de rimel, dibujaba cual artista los rostros de nuestros objetos, a esas alturas, ya deseados. Cada una de ellas competía por nuestra atención total y se nos dificultaba optar por sólo una de ellas. El torneo se desató y alcanzó niveles inauditos. Cada día poseía su afán. Nosotros, absolutamente agradecidos, tomabamos palco para presenciar el encuentro de cada mañana.

Ellas, ya no contentas con motivar nuestra líbido, se enfrascaron en despertarnos el morbo y el terror. No sólo se aplicaban el maquillaje eróticamente, sino que además lo efectuaban con el tren en marcha, agregando un peligro inminente. Con el corazón en la boca, nosotros esperabamos que luego de una brusca detención, un lápiz labial fuera tragado por una dulce boca femenina o aún peor, que un delineador reventara el ojo de una de las bellas. El paroxismo ocurrió cuando una colegiala se sentó resueltamente en el piso. Buscó dentro de su mochila el bolso de pinturas y dio comienzo a la operación, mientras sostenía un pequeño dulce de paleta en sus labios. Demás está decir que si el maquinista hubiera recibido la orden de detención perentoria, la estudiante habría sido aplastada por los numerosos pasajeros que la rodeaban.

Traté de abstraerme de tal horrorosa situación y dirigí mi vista hacia otro lugar, lejos de esas endemoniadas mujeres. Confieso que no me agradó lo que descubrí. Dos muchachos intercambiaban aviesas miradas en las que creí descubrir el que sería el germen del torneo masculino que se avecinaba. Si prospera esa maldita idea (y creo que nada la detendrá) optaré por viajar definitivamente en las destartaladas micros viejas. Por lo menos, en ellas nadie desea probarle nada a nadie. Además me da escalofrío pensar cuando aquellos jóvenes, arrastrados por el insano deseo de vencer a cualquier precio, acaben portando filosas navajas y se afeiten en seco, usando los vidrios de las puertas correderas como improvisados espejos mientras los carros del Metro se desplazan por la capital.

miércoles, 8 de julio de 2009

Una tertulia bizarra (del archivo de "Santiago distópico")



El comentario televisivo de Lou Ferrigno

Luego del holocausto nuclear, ¿Japón evolucionó, dejando atrás a todo el resto del orbe o aguarda el mejor momento para cobrar antiguas deudas, según un análisis profundo del manga y el animé? ¿Sabía usted que Robert Blake, el actor que interpretó a Baretta, gran serial de los setentas, se encuentra en un grave predicamento? ¿Se imagina a José María de Navasal como periodista deportivo y cubriendo el mítico Mundial de Fútbol de 1950, ese del maracanazo en Brasil? ¿De verdad sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Parecieran interrogantes lanzadas caóticamente, pero quien piensa así le erra por mucho. Son interesantes y variopintos temas que abordan cada domingo en la noche por el canal ARTV un disímil grupo de contertulios cuya única motivación es el gustar de una amena y desestructurada conversación y degustar, con igual fruición, una opípara cena regada con finos mostos en el restaurant Los Corrales de Providencia, lugar desde donde se transmite el programa.
Todo comenzó cuando Eduardo Wood Jr. , su director, planteó a los ejecutivos del canal ARTV un embrión que se encontraba en su cabeza ya hace algún tiempo. Según él, no se había explorado los gustos de ciertos adultos que gozan contando y escuchando historias que están relacionadas con su infancia, adolescencia y juventud, pero cuyas temáticas no son tradicionales ni apelan al lugar común. Al contrario, se destacan por su excentricidad y marginalidad, usando como referencia contenidos televisivos, cinematográficos, deportivos, policiales, políticos, y un extenso etcétera, pero centrando la mirada en el dato "freak" o la anécdota inquietante que rodeó un hecho o persona pública. Con ello, Wood dio en el mismísimo blanco, ya que instaló un nicho desconocido hasta ahora.
La primera tarea fue conformar la mesa redonda. Para ello, se entrevistó con decenas de personas que cumplieran el perfil, es decir, gente de apariencia conservadora, pero de profesiones u ocupaciones fuera de lo común y con un acervo narrativo que ya se lo quisiera cualquiera. Luego de maratónicas sesiones de entrevistas se conformó el equipo que originalmente constaría de seis integrantes. Por confesiones del propio director supimos que el sexto personaje era de profesión Inspector de Colegio, noble y abnegado trabajo, pero que su segunda ocupación, esta es de piloto de avión, nunca pudo ser debidamente acreditada (ver Ficha técnica). Por ello, cada domingo se suple esta pérdida con un invitado especial ad - hoc al estilo y temática del programa. Les adelantamos que en futuros programas podremos saber qué fue de Agustín Arenas y Yamilet Fernández, más conocidos como Súper - Taldo y Yamilet, la curandera de los setenta.
La temporada 2008 de este especial club acaba en Julio, aunque su ciclo se repetirá durante todo el resto del año. Finalmente, y lo que eleva aún más la calidad del programa, es que a Eduardo Wood Jr. lo llamaron desde USA para que dirigiera la segunda parte de su afamada película Plan 9 del espacio exterior. Le invitamos entonces a pasar al comedor y saborear los bizarros cuentos de estos señores, que hacen el ridículo, pero con estilo.
Ficha técnica.
Nombre del programa: El Club de la Tertulia.
Canal: ARTV
Horario: domingo, 24.00 hrs. (repetición lunes, 04.00 hrs.)
Dirección: Eduardo Wood Jr.
Contertulios:
Mike Wilson
(tarotista y vendedor viajero)
Titus Wayne (sicomago y administrador de cabaret)
Toto Miguez (prestidigitador y vista de aduanas)
Sammy Davis (alquimista y perito calígrafo)
Leoncio León (corsario y dueño de colectivos Santiago - Puente Alto).

domingo, 5 de julio de 2009

Un amante senil (Part time lover)




Manolo frisaba ya los sesenta y cinco años y no abandonaba su búsqueda por nada. Sabía que en algún lugar de esta tierra abandonada por Dios encontraría a la mujer de sus sueños.

En su juventud fue un novio de todo terreno. Patricias, Doris, Martitas, Marcelas y Magalis desfilaron por su vida y, tan rápido como llegaban a ella, la abandonaban sin pena ni gloria. Llegó el matrimonio sólo porque había que casarse. Craso error. María era el modelo opuesto a su atípico rastreo amoroso. El divorcio no tardó en llegar y la semilla que resultó de esa extrema y demasiado mundana pareja los odió hasta el día de hoy.

Desde ese momento y a la fecha, se transformó en un ferviente coleccionista de fracasos, siendo el más sonado aquel en donde conoció a la mujer más gélida de que tuvo memoria. Digo hasta ahora, porque según las investigaciones que he realizado en el caso de este bizarro amante, la crónica policial aclara en algún punto lo que sucedió. Me explico.

El viernes pasado se le vio acompañado por una hermosa anciana (quizá algo mayor que él) en un salón de baile para adultos mayores. Danzaron por casi dos horas para luego desaparecer en la noche, utilizando un radio - taxi como medio de escape. La boleta N° 5857 del Motel "Toi e Moi" confirmó su presencia en otro de sus paraderos. Lo extraño es que en la habitación que, supuestamente, los seniles amantes consumarían su apetitos atrasados, encontraron dos inertes cuerpos. Uno de ellos el de una mujer joven, trigueña, de piel blanca y de un metro con sesenta centímetros de altura. El otro, un robusto muchacho, pelo negro y ojos verdes, de un metro y setenta centímetros de altura. La policía no entendió nada y, para no pasar por ineptos, cerraron el caso, esperando que los deudos no indagaran más de la cuenta.

Pero la verdad, o lo que queda de ella se asoma en ocasiones. Entraron dos ancianos al romántico lugar. Se despojaron de sus ropas y desde el momento que se amaron comprendieron que la búsqueda había terminado. Mientras se poseían uno al otro, sus cansadas y fláccidas carnes iban recobrando vigor. Sus músculos se volvían fuertes y su energía reaparecía en todo su esplendor. Orgasmo tras orgasmo se descubrieron como las almas gemelas perdidas, aquellas con la que se tiene un místico vínculo. Se habían encontrado y de una forma maravillosa. Podían iniciar su viaje astral, siguiendo esta vez el verdadero camino amarillo hacia la tierra prometida y despojarse de esos molestos cuerpos que, al fin y al cabo, atan momentáneamente a esta dimensión.