viernes, 27 de diciembre de 2019

La primavera del 2019 (5)


El mundo está loco, loco, loco,loco.
(Crazy data)

(El siguiente es un extracto de unas grabaciones de dos ex agentes veteranos de la CNI [Policía secreta de la dictadura chilena], que actualmente trabajan en la ANI [Agencia Nacional de Inteligencia de Chile]). 

Central: ¡Atento, Cuervo 1, atento Cuervo 1!

Cuervo 1: ¡Aquí Cuervo 1! ¡Aquí Cuervo 1!

Central: Guachito, acaba de llegar una info ultra secret.

Cuervo 1: Mi chanchi, ¿de qué se trata?

Central: Los de arriba mandaron a realizar un estudio bacán. Se descubrió lo que todos temíamos. Hay agentes extranjeros tras la sublevación de octubre.

Cuervo 1: Pero, si les habíamos dicho antes a estos breas que era así.

Central: Tranquilo, guachis. La info es altamente confiable. Cruzaron datos, analizaron direcciones virtuales, revisaron a cuanto subversivo que poseía feibus, tuiter, la instagram y todas esas mierdas de estos comunistas.

Cuervo 1: ¿Y qué se concluyó, mi perro?

Central: Que tenemos totalmente identificados a estos subversivos. En tu región, aparentemente no se ubica ninguno.

Cuervo 1: ¡Pero qué chucha! Alguna peguita me darás. Por algo me llamaste.

Central: Así es. En tu región, nos acaban de informar que habrá un movimiento telúrico.

Cuervo 1: No se diga más. Me hago cargo de inmediato. En una semana te tengo el informe. ¡Cambio y fuera!

(La grabación se interrumpe y continúa luego de una semana)

Central: ¡Atento, Cuervo 1! ¡Atento, Cuervo 1!

Cuervo 1: ¡Aquí, Cuervo 1! ¡Aquí, Cuervo 1!

Central: Guachis, evacue informe, plis.

Cuervo 1: Descubrimos absolutamente todo acerca del movimiento telúrico. Realizamos seguimientos, utilizamos informantes y actuamos pronta y decididamente. ¡Ah!, y el Big Data es la raja, mi perro.

Central: ¿Cómo así?

Cuervo 1: Por un contacto que tengo en la capital, nos hicieron llegar el dossier, basado en la tecnología Big Data. Apresamos a todos los telúricos, incluyendo a los líderes del movimiento subversivo, en donde cayeron un venezolano, una coreana y dos haitianos, también. Cantaron hasta la canción nacional en el cuartel.

Central: ¿..........................?

Cuervo 1: ¡Te dejé mudo con la info, mi chanchi! Te cambio de tema, guachito. Anoche hubo un terremoto en la región y quedó la cagada... 

viernes, 13 de diciembre de 2019

La primavera del 2019 (4)


Microcuentos del expolio literario


El despertar de los muertos
Canta, oh diosa, la cólera del pueblo chileno; cólera funesta que causó infinitos males a la clase dominante, ora civil, ora uniformada y precipitó al Hades a muchas almas valerosas de capuchas y chilenos anónimos, Cumplíase así, la voluntad expresada en la Plaza de la Dignidad. Esto es que abrieron los ojos los seres a los que todo se le negaba y se les exprimía de sol a sol y de una manera vergonzante.


Un taimado
En un país de Sudamérica, de cuyo nombre no deseo acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un oscuro especulador de la bolsa, de los de sonrisa fácil, perteneciente a la clase de los poderosos y mimado de sus progenitores. Un opíparo desayuno a diario, almuerzos de trabajo en el sector oriente de la capital y alguna gala de fin de semana, consumían apenas un veinteavo de su hacienda.


El facho pobre
Cuando Gregorio Poblete González se despertó una mañana, luego de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. En la vigilia, se visualizó consumiendo toneladas de programas de los medios de comunicación oficial, trabajando cabeza abajo, gritando por el equipo de sus amores en un estadio y maldiciendo a todos esos violentistas y terroristas que ocupaban las calles céntricas de la capital y no trabajaban como Dios manda.


Un muerto muy vivo
Que un hombre del Barrio Alto de Santiago, que un alumno promedio de un colegio del sector oriente de la capital, sin más dudosa virtud que la mentir con su supuesto coraje, se interne en los ámbitos del poder político de un país ahora pretencioso y llegue a presidente de la república, parece de antemano muy posible, a nuestro pesar.


Ylla E.T.
Tenían en el planeta Rigal, a orillas de un mar magenta, una cabaña de columnas de lapislázuli, y todas las mañanas se podía ver a la señora K mientras comía la fruta dorada que brotaba de las paredes de cristal, o mientras limpiaba la casa con puñados de un polvo magnético que recogía la suciedad y luego se dispersaba en el viento cálido. A la tarde, cuando el mar fósil yacía inmóvil y tibio, y las viñas se erguían tiesamente en los patios, y en el distante y recogido pueblito rigaliano nadie salía a la calle, se podía ver al señor K en su cuarto, que leía una imagen líquida, sobre la que pasaba suavemente la mano como quien toca el arpa. Se enteró, por ese medio de comunicación, que en un apartado país de un diminuto planeta de una galaxia cercana, una mujer de pocas luces, se había enterado de la existencia de ellos y los mentaba como posibles invasores.


No hay mal que dure cien años...
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el Director General Mario Rozas había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el Matadero Franklin. Santiago de Chile era entonces una pequeña ciudad que contenía un escuálido centro cívico y unos pocos barrios de casas, construidas a la orilla de un maloliente río que se precipitaban por un lecho de piedras sucias y fangosas como huevos podridos. La República de Chile era tan inocente, que muchos de sus habitantes carecían de una identidad definida y para convencerlos bastaban con hablar bonito o golpeado, según lo ameritara la situación.

(Infinitas gracias y mil disculpas a Homi, Miguel, Francisco, Jorge Luis, Ray y Gabriel).