jueves, 20 de agosto de 2015

Una prestación para Mario Hugo

                                                                                                        
  A Manacho (por darme, inconscientemente, la idea) 

Ella entra en el departamento puntualmente. Buena señal de la empresa prestadora. La visitadora cumple, a primera vista, las expectativas de Mario Hugo, el abonado. Se cancela por anticipado. Tarjeta de crédito, débito, o algún plástico legalizado de cualquier casa comercial y ni por nada efectivo. Los mandamases del holding despedirían a la profesional en el acto si incurriera en ese desaguisado. Él, impaciente, extrae de su billetera regalona el tarjetón correcto. La damisela lo desliza por la ranura de la máquina tecnológica de última generación. Secretamente, él digita la secreta clave, de secreto modo. El recibo impreso da cuenta de la (ahora ya no secreta) transacción.

Ella, una vez empoderada, explica el protocolo a seguir:
- entre en el baño.
- desvístase.
- dése una ducha rápida.
- tiéndase en la cama.
- conserve la calma.
- coloque su mano derecha acá.
- su mano izquierda debe mantenerla quieta.
- suba y baje, inhale y exhale.
- retire el receptáculo y deséchelo en el papelero correspondiente.

Ella se retira del domicilio satisfecha por el deber cumplido,ya que se apegó religiosamente al standar establecido por sus empleadores.

Mario Hugo..., Mario Hugo se resigna y mientras se da una nueva ducha, reflexiona tristemente acerca de cómo ha mutado la prostitución en Chile.