martes, 7 de febrero de 2017

Una jauría de lobos



 De cómo un grupo de jóvenes futbolistas, mayormente de extracción social modesta, se agrupó y cambió el hambre literal, por el de triunfos, se dejó conducir por estudiosos entrenadores y asombró al planeta fútbol, dejando mal parados a encopetados rivales del primer mundo, formando parte de planteles estelares europeos y conquistando sendos campeonatos en América, era para las generaciones antiguas de hinchas del balompié criollo solo una quimera.

Sin embargo, la espera de cien años de sequía de triunfos llegó a su fin y he aquí que en nuestro palmarés se encuentran dos copas América, no solamente ganadas de manera consecutiva, sino que venciendo a la Argentina de Messi, el mejor jugador del mundo en la actualidad según los entendidos, y nada menos que por la infartante tanda de los penales. Expediente que en el pasado nos traía dolores de cabeza, ya que las perdíamos todas.

El diario inglés The Guardian, publicó una crónica dedicada a nuestros muchachos en donde los calificaba de Jauría de lobos (Pack of wolves), debido a la intensidad del juego en equipo, su velocidad enloquecedora y su hambre depredadora al encarar a los rivales y atacar al arco contrario. Era el sueño realizado, los deseos concebidos y la senda del camino amarillo por fin encontrada.

¿Por qué tanta alegría desatada? ¿A qué se debe la hiperbólica reacción ante un hecho deportivo? 

Remontémonos a nuestro pasado para comprender el contexto y las ocasiones que se llegó a instancias finales sin éxito…




Corría el año de 1955. Después de desafortunadas participaciones en Campeonatos Sudamericanos de 1916 a esa fecha, por fin se llegaba a instancias finales y el Estadio Nacional era el escenario. Los nuestros llegaban a la final con Argentina. Los nombres de Misael Escuti, los hermanos Robledo, René Meléndez y Enrique Hormazábal, brillaron a alturas insospechadas, pero lamentablemente se pierde la final con la albiceleste 1 a 0 con gol de trasandino Mecheli en el minuto ’56. Un hecho luctuoso enluta la final. Mueren seis personas aplastadas por la multitud al desear ingresar al recinto deportivo y quince resultan heridas.



Al año siguiente, el de 1956, se organiza la cita sudamericana en Uruguay, quien resulta ser el flamante campeón. La desgracia es que el combinado nacional, manteniendo casi la misma base del año anterior, vuelve a ocupar el segundo lugar, desplazando a Argentina por diferencia de goles y por primera vez golea a Brasil por 4 a 1, con goles de René Melendéz, Leonel Sánchez y dos de Enrique Hormazábal. Este último gana el título de goleador del torneo. La anécdota bizarra es que Guido Vallejos, creador del inmortal cómic Barrabases, crea una historieta imaginaria, en esa época, en donde el seleccionado chileno obtiene el título de campeón sudamericano y en una de las fechas golea a Brasil 5 a 1, siendo la sede el país de La Celeste. Resultado y locación similar al del equipo real.

 La paciencia e inocencia del espectador nacional resiste cualquier prueba, por ello se tuvo que esperar hasta 1979. El campeonato había cambiado de nombre y de formato. Era la flamante Copa América y los equipos se dividían por grupos y se enfrentaban en duelos de ida y vuelta. El seleccionado fue sorteando rivales, entre ellos, Perú y Colombia. Especial mención merece una leyenda no comprobada del lance en Santiago, frente a los cafeteros. Se necesitaba ganar por una diferencia de dos goles para seguir en carrera, lo que se consiguió. Sin embargo, se cuenta que, unos días antes del encuentro, ingresaron unas prostitutas al hotel de los colombianos y se sacaron fotos con varios jugadores en situaciones poco decorosas. Al iniciar el partido, se las entregaron a los deportistas involucrados y jugaron el peor partido de sus vidas. La final se jugó a un máximo de tres juegos con Paraguay. Se pierde 3 a 1 de visita y se gana 1 a 0 de local (gol de Carlos Rivas) y la final se juega en Argentina con resultado 0 a 0. Raya para la suma: Paraguay campeón por mejor diferencia de goles. Destacaron, entre otros, “El gato” Osbén, Mario Galindo, Elías Figueroa y Carlos Caszely. La revista cómica argentina Humor registrado, festina con que absolutamente todos los ataques de Chile y Paraguay se realizaban por la derecha, haciendo alusión a las cruentas dictaduras de Augusto Pinochet y Alfredo Stroessner, que gobernaban en esos años.






Nuevamente una larga espera. Corría el año de 1987 y se había vuelto al campeonato con sede única. Esta vez era Argentina el país local y gran candidato, ya que contaban con uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol mundial, Diego Maradona. Además, el seleccionado trasandino se había coronado campeón del orbe en México el año anterior. Chile, con jugadores como “El Cóndor” Rojas, Fernando Astengo, Jorge Contreras y Jaime Pizarro, por nombrar algunos, iba con la ilusión de sortear alguna ronda. Pero los hados, por lo menos al comienzo se encontraban al lado de la roja. El seleccionado gana sorpresivamente su grupo y golea nada menos que a Brasil, en la ciudad de Rosario. Los tantos de Ivo Basay y de Juan Carlos Letelier quedaron en la retina de los hinchas de la época y se estructuró el 4 a 0. En la semifinal se derrota a la Colombia del “Pibe” Valderrama por 2 a 1 y se choca con Uruguay, equipo que dejó en el camino a los campeones mundiales trasandinos. La historia se repite, cual sino garciamarquiano. La Celeste nos derrota por la cuenta mínima. El “Condor” Rojas, en un potente tiro da rebote y Bengoechea anota el gol del campeonato. Se supo que el mismo día de la final, los jugadores intentaron realizar una nueva negociación con los dirigentes, con respecto de los premios económicos por ganar el campeonato. Nunca se encarnaron mejor los dichos populares de: “No se reparte el chancho, si no lo has comprado”, o bien,  “nunca se limpia el trasero, antes de haber cagado”.

Dicen que no hay mal que dure cien años…en este caso, duró 99. Ya son parte del imaginario deportivo nacional los partidos de Chile en la Copa América de 2015 y, en especial, los penales convertidos en el duelo final entre Chile y Argentina por Matías Fernández, Arturo Vidal, Charles Aránguiz, el perdido por Higuaín y el atajado por Claudio Bravo a Banega. Como corolario, Alexis Sánchez enfrenta desde los doce pasos al “Chiquito” Romero y la pica con una sangre fría nunca vista en canchas chilenas. Por fin podíamos gritar a todo pulmón: ¡Chile campeón!



Aún asombrados por la hazaña lograda y con la resaca de la fiesta a cuestas, este jauría nos tenía reservada otra sorpresa de inmensas proporciones. Se decidió organizar una Copa América Centenario a disputarse en Estados Unidos. La razón obedecía a la conmemoración de los cien años de la creación de torneo de selecciones de fútbol más antiguo del planeta. Nuestro equipo llegaba con el cartel del campeón. Si bien, los primeros partidos no dejaron un buen sabor de boca, se logró a llegar a instancias finales. Fue el 7 a 0 a México el que asombró al continente. La semifinal con Colombia arrojaría un 2 a 0, con la espera más larga que se tenga memoria, ya que una apocalítica tormenta no dejó jugar por casi una hora. Y nuevamente la final con la Argentina de Messi.Quedarán grabadas a fuego las imágenes de los penales perdidos por la mismísima "Pulga" y Arturo Vidal y el que Claudio Bravo le atajó a Biglia, como también los convertidos por Nicolás Castillo, Charles Aranguiz, Jean Beausejour y el tanto del campeonato que convirtió el "Gato" Silva. ¡Chile Bicampeón de América!


 Esperamos con ansias, que una nueva conjunción de astros se alinien en el firmamento y nos entreguen una nueva generación de destacadísimos futbolistas como esta jauría de lobos. Mientras esto no ocurra, sigamos disfrutando ahora y para siempre de esta señalada camada de deportistas, que ya son leyenda.