viernes, 27 de diciembre de 2019

La primavera del 2019 (5)


El mundo está loco, loco, loco,loco.
(Crazy data)

(El siguiente es un extracto de unas grabaciones de dos ex agentes veteranos de la CNI [Policía secreta de la dictadura chilena], que actualmente trabajan en la ANI [Agencia Nacional de Inteligencia de Chile]). 

Central: ¡Atento, Cuervo 1, atento Cuervo 1!

Cuervo 1: ¡Aquí Cuervo 1! ¡Aquí Cuervo 1!

Central: Guachito, acaba de llegar una info ultra secret.

Cuervo 1: Mi chanchi, ¿de qué se trata?

Central: Los de arriba mandaron a realizar un estudio bacán. Se descubrió lo que todos temíamos. Hay agentes extranjeros tras la sublevación de octubre.

Cuervo 1: Pero, si les habíamos dicho antes a estos breas que era así.

Central: Tranquilo, guachis. La info es altamente confiable. Cruzaron datos, analizaron direcciones virtuales, revisaron a cuanto subversivo que poseía feibus, tuiter, la instagram y todas esas mierdas de estos comunistas.

Cuervo 1: ¿Y qué se concluyó, mi perro?

Central: Que tenemos totalmente identificados a estos subversivos. En tu región, aparentemente no se ubica ninguno.

Cuervo 1: ¡Pero qué chucha! Alguna peguita me darás. Por algo me llamaste.

Central: Así es. En tu región, nos acaban de informar que habrá un movimiento telúrico.

Cuervo 1: No se diga más. Me hago cargo de inmediato. En una semana te tengo el informe. ¡Cambio y fuera!

(La grabación se interrumpe y continúa luego de una semana)

Central: ¡Atento, Cuervo 1! ¡Atento, Cuervo 1!

Cuervo 1: ¡Aquí, Cuervo 1! ¡Aquí, Cuervo 1!

Central: Guachis, evacue informe, plis.

Cuervo 1: Descubrimos absolutamente todo acerca del movimiento telúrico. Realizamos seguimientos, utilizamos informantes y actuamos pronta y decididamente. ¡Ah!, y el Big Data es la raja, mi perro.

Central: ¿Cómo así?

Cuervo 1: Por un contacto que tengo en la capital, nos hicieron llegar el dossier, basado en la tecnología Big Data. Apresamos a todos los telúricos, incluyendo a los líderes del movimiento subversivo, en donde cayeron un venezolano, una coreana y dos haitianos, también. Cantaron hasta la canción nacional en el cuartel.

Central: ¿..........................?

Cuervo 1: ¡Te dejé mudo con la info, mi chanchi! Te cambio de tema, guachito. Anoche hubo un terremoto en la región y quedó la cagada... 

viernes, 13 de diciembre de 2019

La primavera del 2019 (4)


Microcuentos del expolio literario


El despertar de los muertos
Canta, oh diosa, la cólera del pueblo chileno; cólera funesta que causó infinitos males a la clase dominante, ora civil, ora uniformada y precipitó al Hades a muchas almas valerosas de capuchas y chilenos anónimos, Cumplíase así, la voluntad expresada en la Plaza de la Dignidad. Esto es que abrieron los ojos los seres a los que todo se le negaba y se les exprimía de sol a sol y de una manera vergonzante.


Un taimado
En un país de Sudamérica, de cuyo nombre no deseo acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un oscuro especulador de la bolsa, de los de sonrisa fácil, perteneciente a la clase de los poderosos y mimado de sus progenitores. Un opíparo desayuno a diario, almuerzos de trabajo en el sector oriente de la capital y alguna gala de fin de semana, consumían apenas un veinteavo de su hacienda.


El facho pobre
Cuando Gregorio Poblete González se despertó una mañana, luego de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. En la vigilia, se visualizó consumiendo toneladas de programas de los medios de comunicación oficial, trabajando cabeza abajo, gritando por el equipo de sus amores en un estadio y maldiciendo a todos esos violentistas y terroristas que ocupaban las calles céntricas de la capital y no trabajaban como Dios manda.


Un muerto muy vivo
Que un hombre del Barrio Alto de Santiago, que un alumno promedio de un colegio del sector oriente de la capital, sin más dudosa virtud que la mentir con su supuesto coraje, se interne en los ámbitos del poder político de un país ahora pretencioso y llegue a presidente de la república, parece de antemano muy posible, a nuestro pesar.


Ylla E.T.
Tenían en el planeta Rigal, a orillas de un mar magenta, una cabaña de columnas de lapislázuli, y todas las mañanas se podía ver a la señora K mientras comía la fruta dorada que brotaba de las paredes de cristal, o mientras limpiaba la casa con puñados de un polvo magnético que recogía la suciedad y luego se dispersaba en el viento cálido. A la tarde, cuando el mar fósil yacía inmóvil y tibio, y las viñas se erguían tiesamente en los patios, y en el distante y recogido pueblito rigaliano nadie salía a la calle, se podía ver al señor K en su cuarto, que leía una imagen líquida, sobre la que pasaba suavemente la mano como quien toca el arpa. Se enteró, por ese medio de comunicación, que en un apartado país de un diminuto planeta de una galaxia cercana, una mujer de pocas luces, se había enterado de la existencia de ellos y los mentaba como posibles invasores.


No hay mal que dure cien años...
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el Director General Mario Rozas había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el Matadero Franklin. Santiago de Chile era entonces una pequeña ciudad que contenía un escuálido centro cívico y unos pocos barrios de casas, construidas a la orilla de un maloliente río que se precipitaban por un lecho de piedras sucias y fangosas como huevos podridos. La República de Chile era tan inocente, que muchos de sus habitantes carecían de una identidad definida y para convencerlos bastaban con hablar bonito o golpeado, según lo ameritara la situación.

(Infinitas gracias y mil disculpas a Homi, Miguel, Francisco, Jorge Luis, Ray y Gabriel).

viernes, 29 de noviembre de 2019

La primavera del 2019 (3)


Mundos paralelos


 La violencia en Chile se combate 
                                      con mano dura y sin concesiones       
Montaner, Carlos. CNN Chile, 25 de octubre.

Protestas en Chile: La tortura, los malos tratos y en comisarías y la violencia con connotación sexual son preocupantes. 
BBC NewsMundo. 28 de octubre.

 Encuentran fósil entre las piedras lanzados 
por manifestantes a Carabineros en Coyhaique. 
Radio ADN. 25 de noviembre.

Balance heridos y detenidos: Del conteo oficial realizado por Carabineros, doce personas fallecieron por incendios y saqueos dentro de centros comerciales, cinco por accionar de funcionarios uniformados y tres por atropellos. 
El Dínamo. 10 de noviembre.

Chile niega represión ante duras críticas de la 
Comisión Interamericana de 
Derechos Humanos. 
La Tercera.11 de noviembre.

Medios internacionales resaltan masivas lesiones oculares y violenta represión policial en Chile. 
El Desconcierto. 10 de noviembre.

Senado aprueba "Ley antiencapuchados" 
que eleva las penas a quienes oculten su rostro. 
El Mercurio, 28 de noviembre.

Un duro informe de The Human Rights Watch condena a la represión policial en Chile. 
La Nación, 27 de noviembre. 

...Entonces...

Quis custodiet ipsos custodes (*)
¿Quién vigila a los vigilantes?(**)

(*)      Juvenal, Satírico romano, Roma, S. I y II d.C. (¿?)
(**)    Moore y Gibbons, Watchmen, USA, 1986.

martes, 26 de noviembre de 2019

La primavera del 2019 (2)


 INVASIÓN ALIENÍGENA

De todos los planetas existentes de los cuadrantes 416, 417 y 418 fuimos asignados a un trabajo de inteligencia y, si no hubiera sido por un mensaje que venía de la tercera roca ubicada después de la estrella incandescente, la tarea habría sido de una rutina desesperante.

Demás está decir que la totalidad de los planetas de esos sectores presentaban formas de vida rudimentarias, salvo un planeta azul que contenía seres humanos, con todo lo que implica para la Federación de Planetas Unidos ese tipo de primate, único en su especie, irrepetible y, paradójicamente, complejo, debido a su primitiva y extraña visión de la realidad. 

Una primate hembra de un territorio austral, envió un mensaje auditivo (que en un principio consideramos cifrado) a otra hembra de su especie, en la que mencionaba una invasión de seres de otro mundo. Esta forma de vida femenina, en ese territorio alejado de los centros de desarrollo humano de su mundo, poseía cierto rango de importancia entre los suyos por lo que decidimos hacernos cargo del caso.

Comenzamos por decodificar el mensaje de voz, que se transcribe a continuación:

"...Amiga, yo creo que lo más importante es tratar de nosotros mantener la cabeza fría, no seguir calentándonos, porque lo que viene es muy, muy, muy grave..."

"...Adelantaron el toque de queda porque se supo que la estrategia es romper toda la cadena de abastecimiento, de alimentos, incluso en algunas zonas el agua, las farmacias, intentaron quemar un hospital e intentaron tomarse el aeropuerto, o sea, estamos absolutamente sobrepasados, es como una invasión extranjera, alienígena, no se cómo se dice, y no tenemos las herramientas para combatirlas..."

"...Por favor, mantengamos nosotros la calma, llamemos a la gente de buena voluntad, aprovechen de racio... racionar la comida y vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás..."

En un principio, que una forma de vida menor supiera de nuestra existencia nos alarmó. Sin embargo, y al pasar del tiempo, nos fuimos dando cuenta que la hembra hacía referencia a un conflicto interno que ocurría en su tribu y tenía como causa el constante y prolongado abuso de la clase dominante sobre el resto de los antropoides y, por ningún motivo, al descubrimiento de nuestra presencia.

Finalmente, cerramos la investigación por falta de méritos. Aunque algunos de nuestros científicos decidieron investigar en terreno, lo que les pareció un interesante fenómeno sociológico. Los simios menores, después de varias décadas y en sus propias palabras, habrían despertado.

jueves, 14 de noviembre de 2019

La primavera del 2019 (1)


CHILE DESPERTÓ
(Extracto del Diario de Vida del profesor distraído)

Santiago, 18 de octubre. Noche.

Acababa mi jornada laboral en el The Bubble School de Lo Barnechea, luego de una intensa jornada de actividades de alianzas, que celebraban el aniversario del colegio. Nuestros alumnos disfrutaron de tres días de paz, música, juegos y jolgorio. Con la satisfacción interna de haber contribuido con mi granito de arena en el corazón de esos jóvenes, nos dirigíamos, el Chico Tévez y yo, a nuestros hogares.

Al bajar por la Costanera Norte, Tévez encendió la radio. El conductor del programa, con una voz de alarma, relataba que varias estaciones del Tren Metropolitano estaban siendo invadidas y destruidas, lo que implicaba el cierre inmediato del red de trasporte subterráneo. Además, un número no menor de personas se congregaban en la Plaza Baquedano para exigir cambios y demandar peticiones, los que eran reprimidos por fuerzas especiales de Carabineros.

Perplejos ante la situación, salimos por La Concepción y, al llegar a Providencia, vimos una gran procesión de gente que caminaba de oriente a poniente. No entendíamos nada. Tévez me recordó que a comienzos de la semana, un grupo de personas habían evadido el pago del boleto del Metro, acción que se había repetido durante los siguientes días de la semana. El locutor, con evidente excitación, informaba que en varios lugares de Santiago se levantaban barricadas humeantes.

El programa radial, por medio de un móvil, le cedía la palabra a los radioescuchas:

- ¿Y usted, cómo se irá a su casa?
- ¡Caminando, pus! Esa ministra de transporte no cacha na'. !No se ha subido nunca a ningún metro, esa vieja culiá!

- Señor, ¿usted de donde viene y a donde va?
- Vengo de un motel... No se a donde voy ahora...

- Joven, ¿por qué usa capucha?
- ¡Sale, sapo conchetuma're!

Mis oídos no daban crédito a lo que escuchaba. ¿Qué pasó con mi país? ¿Qué pesadilla era esta? Con Tévez permanecimos más de dos horas en salir del atochamiento vehicular. Luego, demoraré otra hora más en llegar aterrado a mi casa y espantarme hasta lo indecible, después de ver los noticiarios de la televisión...

1° nota del editor: Este texto es un fragmento del diario del Profesor distraído, encontrado el 21 de octubre dentro de un maletín, bajo una banqueta en la intersección de las calles Pedro de Valdivia y Providencia. La transcripción de los diálogos de la radio son compilación de esta editorial, ya que el docente no las cita, pero dejó bastantes pistas de la radio, hora y programa, por lo que no fue gran trabajo el ubicarlas.

2° nota del editor: Tanto el nombre del docente, su lugar de trabajo y el nombre de la radio fueron alterados u omitidos, para proteger inocentes. Dejamos constancia que el cuerpo del profesor distraído fue hallado en la intersección de calles antes mencionadas. Se encontraba con una herida ocular, producto de balines de goma, piernas y brazos fracturados, debido a reiterados golpes y el cuello lacerado, por causa de un estrangulamiento. 

sábado, 20 de julio de 2019

Consejo de profesores. El anti - decálogo.


1. Llegarás puntualmente al lugar de reunión para que tus colegas, ya asistentes, no se burlen de ti.

2. Aunque llegues preparado con tu presentación, la mayoría de los colegas harán como que te oyen, pero estarán más interesados en mandarse mensajes por whatsapp.

3. Solo tus jefes (as) y las (os) compañeras (os), que no tiene vida propia y son chismosos, tomarán atención a lo que preparaste con tanto esmero.

4. Lamentablemente a la hora de votar por una moción, castigo o premio que tú propongas, la tendencia la tendrá el sufragio emocional.

5. Una vez que expongas, guarda silencio y diviértete con todo lo que ocurre alrededor. Se puede perder hasta la dignidad, menos el humor.

6. Cuando un (a) colega expone y se nota que está improvisando, ríe para tus adentros. Únicamente el (la)  Director (a) sufrirá, ya que le acaba de costar $ 1.500.000 (colegio privado del sector oriente de la capital) $ 1.000.000 (colegio particular subvencionado) y $ 750.000 (colegio municipalizado) la hora desperdiciada que duró la penosa pérdida de tiempo.

7. No te duermas mientras dure la reunión. Recuerda que hay malintencionados con celulares que no trepidarán en fotografiarte y subir la imagen a una red social.

8.  Si eres un monologador empedernido, reprímete. Por mucho que gustes de escucharte, recuerda que prácticamente nadie te está prestando atención.

9. Si la (el) jefa (e) los hace sentarse en círculo, ten siempre presente que es un pésimo momento para usar notebooks, celulares o mirar, subrepticiamente, a colegas con faldas cortas y con piernas tonificadas y bien torneadas.

10. Si se da por terminada la reunión, que absolutamente a nadie se le ocurra intervenir con una opinión, alcance u observación en ese momento. Vive y deja vivir.

Bonus track para los alumnos: Es un mito del porte de una catedral gótica que se hable mal a espaldas de ustedes en estas reuniones. La mayoría desea que estos encuentros acaben lo más pronto posible.

viernes, 19 de julio de 2019

Breves historias del Matadero Franklin (1). Un pololeo interruptus.


Corrían los últimos y complejos años setenta del Chile Pinochetista. Ser adolescente de la timorata clase media criolla, hijo de un admirador del dictador, estudiante de secundaria en un colegio de momios y habitante vernáculo del Barrio Matadero – Franklin, me asemejaban a un personaje de película clase B, cuya banda sonora es acometida por unos instrumentistas saltimbanquis que tañen sus instrumentos al borde de una cornisa (sin que nadie se entere, claro está).

Ya mis hormonas habían realizado su trabajo y, a pesar de un comienzo titubeante, las féminas no eran ya unos seres angelicales imposibles de abordar. Marcelita era un metro y cincuenta y nueve de pura belleza y energía. El reloj daba las 9.15 de la noche y nos encontrábamos besándonos apasionadamente cerca del dintel de la puerta de su casa, ubicada en el Pasaje San Alfonso. Las luminarias eran unas excelentes alcahuetas de nuestro idilio, porque apenas alumbraban el lugar.

De un momento a otro, Marcelita me lanzó hacia atrás y su respiración se detuvo. En la entrada al pasaje, que topaba con la calle Enriqueta Figueroa, una intimidante figura se dibujó en las sombras. Era un hombre de mediana estatura, que a medida que se acercaba develaba sus formas. Un camisón blanco de tela gruesa, pantalón de idéntico color, faja y botas de goma negra rústicas, chorreado de sangre, tanto el pecho como las piernas y con un astil y cuchilla de hoja larga, cruzadas al cinto. Era el padre de Marcelita, que laboraba de matarife en Lo Valledor, el gran lugar faenador de animales que había absorbido a los sobrevivientes de la muerte del Matadero – Franklin.

- ¡Marcela, pa’entro! espetó ese proyecto de asesino serial, luego de dirigirme una mirada de odio que me traspasó cual bala de gran impacto.

Cuando volví en mí, me encontré solo y temblando de pies a cabeza en ese pasaje penumbroso y de pesadilla. Corrí a refugiarme a mi casa, mientras el tiempo y la distancia se volvían relativos. La desaforada carrera que inicié por la calle San Francisco, pasando por el Pasaje Santa Ana y el viraje por Bío Bío eran semejantes a nanosegundos de mi espinillera vida. Al tenderme en mi cama y calmarme, entendí que cerca me encontré de ser destazado, cual res condenada a ser trozada sin ningún miramiento.

Al día siguiente, mi papá me pidió acompañarlo a comprar los insumos a la vega, ya que su Pensión Matadero así lo requería. Caminábamos por la desaparecida calle explanada que recorría de Arturo Prat a San Francisco. Íbamos pasando frente al desaparecido retén de Carabineros, cuando diviso a Marcelita y su padre que se encontraban en dirección de colisión contra nosotros. Un escalofrío me recorrió mi lomo vetado. El hombre esta vez vestía de pulcro terno dominguero, muy alejado del tenebroso atuendo de matarife de la noche anterior. Cuando Marcelita se dio cuenta que era yo y viceversa, un pacto inmediato surgió de nuestros lenguajes corporales. Yo no te conozco. Además de encomendarse a todos los dioses del universo y que las penumbras y la escasa luz eléctrica de la peligrosa experiencia pasada hubieran hecho su trabajo, para que su padre no me reconociera.

Nuestros pasos nos acercaban cada vez más. La tensión ya era insoportable, cuando de improviso surge la magia…
-¡Don Tito! ¿Cuánto tiempo sin verlo! Dijo el padre de Marcelita. Con una voz bonachona, absolutamente fuera de programa.
- ¡Carlitos! Pero si ya ni te distingo. ¿Y esta señorita? ¿Es tu hija?, añadió mi papá.
- ¡Sí! Es Marcela. Y el joven, ¿es su hijo?

Lo que siguió fue digno de la más infame puesta en práctica del concepto hipocresía. Saludé a Carlos con un apretón de manos, intentando adivinar en su mirada si aún me reconocía y expresando el saludo más frío que me había salido hasta le fecha, hacia Marcelita. Ya desembarazado de esa agonía, continuamos el recorrido con mi papá. No pude dejar de fantasear con ese momento. Al padre de Marcelita, que nunca supo que había saludado al sátiro que intentó abordar a su pobre e inocente hija la otra noche. Por otro lado, a mi progenitor que no bailaba muy bien el ritmo de ese barrio y que ni se enteró que su hijo, quien estaba destinado, según él, a ser príncipe sin jamás merecerlo, pololeaba con la hija de un matarife.

…. Como les explico…(lo intentaré al modo del Matadero – Franklin). Mi viejo se fue a la tumba siendo siempre un levantado de raja. Y yo, un habitante que tenía los días contados en ese barrio bravo, pero no para ejercer un principado esquivo cuando abandonara ese mítico lugar, sino para ser un picado a choro del puerto, que nunca pudo ser.

viernes, 31 de mayo de 2019

Fútbol chileno S.A.


La estadística es de terror. De siete equipos chilenos participantes en copas internacionales durante este año, todos ya se encuentran eliminados en primeras fases. El último, la Universidad Católica, no pudo remontar un resultado adverso de cinco goles a cero, a manos de un equipo ecuatoriano llamado Independiente del Valle. Una empresa casi imposible. Y en años anteriores se ha transitado la misma senda. Pero en los noventa Colo Colo fue campeón de la Copa Libertadores y a poco de inaugurar el cambio de siglo, la Universidad de Chile obtuvo la Sudamericana. ¿Qué sucedió en esta última década? ¿De bicampeones de América a jugar en el patio trasero?


Toda consecuencia es producto de lo multicausal, por ende, la debacle actual no escapa a ello. Jugadores que apenas manejan las destrezas básicas del juego, tributarios de una preparación mediocre de las bases; entrenadores que juegan a no perder los partidos, como premisa básica; cuerpo de preparadores físicos que no pueden formar deportistas que sostengan un ritmo de alta competencia, ni siquiera en noventa minutos; competencia depreciada, lo que resulta en que extranjeros de dudosa calidad participen en nuestro campeonato y un largo etcétera.

 En esta oportunidad me detendré en el que creo, la predominante razón que explica las constantes derrotas de nuestros equipos de fútbol en la arena internacional de los últimos años. Esto es el sistema neoliberal impuesto en nuestro país en los años en que vivimos en peligro. Si bien, el fútbol nacional había sido intervenido por la dictadura en los setenta y los ochenta, la receta económica nacional no se había aplicado del todo en nuestros equipos. En años recientes, y bajo una ley, se comenzó a aplicar el sistema de Sociedades Anónimas a la mayoría de ellos y, luego de unos cuantos años, ya se ven sus patéticos resultados.


No soy un contrario per se a la economía de mercado y a la iniciativa privada. Lo entiendo en países que transitaron hacia ella, como consecuencia de un proceso ciudadano participativo de décadas y con los resguardos legales razonables para las clases media y baja, cuidando que la brecha lógica que se establecería al aplicarla, no dañara considerablemente a las personas de a pie. No fue el caso de la experiencia chilena. Acá se impuso por la fuerza de las armas,  un sistema de mercado salvaje en donde los que detentan el poder y el dinero, prácticamente pueden realizar lo que se les antoje, sin contrapeso legal y con la venia por más de dos décadas de la coalición de izquierda que gobernó Chile las últimas décadas.

El perfil del gran empresario chileno se conformó a la medida de este capitalismo nacional, es decir, cortoplacista, maximizador de sus ganancias en desmedro de los trabajadores de una manera insolente, con proyectos de poco vuelo y sin devolverle nunca a su tierra, a lo menos un poco de lo que había adquirido durante sus años dorados. Y esto, ¿tiene alguna relación con los paupérrimos resultados de nuestro deporte nacional? Por supuesto que sí. Cuando las sociedades anónimas se instalaron en nuestro fútbol, se publicitaron como las grandes salvadoras de la debacle financiera de los anteriores dirigentes. A poco andar, nos dimos cuenta que la realidad iba por otros caminos.

Las grandes ganancias no provienen de exitosos e innovadores proyectos propios. Se originan en el canal del Fútbol (CDF), quien mantiene en gran parte el andamiaje de esta feble estructura, con el dinero que pagamos por ver los partidos por TV. Las inversiones en divisiones inferiores son irrisorias, lo que resulta en jugadores que no poseen las garantías razonables para formarse como deportistas de buen nivel. Los futbolistas de la primera división son, entonces, un grupo de jóvenes que no tienen las competencias para destacar en este deporte. Con ello, se devalúa el campeonato y los jugadores extranjeros de alto rendimiento no les seduce venir a jugar a nuestra tierras, ya que, o son muy caros o no les interesa ser partícipes de una competencia mediocre.

No existe un plan para llevar multitudes a los estadios. Partidos aburridos, violencia de las barras bravas y, como ya se dijo, el deseo de recibir a fin de mes una tajada del tesoro a repartir que son los dineros del CDF. Es el resultado de la aplicación de un modelo neoliberal cavernario e impuesto. Ahora se entiende por que Colo Colo, la Universidad Católica, La Universidad de Chile y todos aquellos equipos que intenten medirse con cualesquiera de los equipos extranjeros sudamericanos lo pasarán muy mal y serán derrotados inapelablemente año tras año, sin que al gran empresariado del fútbol le importe un comino.

domingo, 24 de febrero de 2019

Matadero Franklin, la leyenda del cabro. Una novela del futuro pasado. (Seudo - crítica literaria)




Me crie en el barrio Franklin. Del momento en que me llevaron desde la maternidad a la calle Bío Bío, casa 731; hasta que abandoné el Matadero para estudiar pedagogía en la Católica de Valparaíso. Viví mis primeros diecisiete años de vida en ese lugar, durante las tumultuosas décadas de los sesentas y setentas. Un día del año 2018, vi la novela de Simón Soto en una librería del centro de Santiago. Con los recuerdos de mi infancia y adolescencia que comenzaban a revivir en mi cabeza, ingresé al local y compré Matadero Franklin. La leyenda del cabro. Despaché sus 328 páginas en dos días. Primera conclusión: Don Simón sabe contar y atrapa con su relato. Creo que su gran cantidad de capítulos, resueltos en no más de dos a cinco carillas cada uno, le dan agilidad a la lectura. De igual manera, la predominancia de un estilo narrativo directo y una visión omnisciente y brutalmente realista, muestran imágenes vívidas de un barrio con personalidad y leyes propias.

Lo de imágenes vívidas me llevan a la segunda conclusión: El autor investigó a fondo la época, el lugar, los personajes y las acciones, convirtiéndolas en un mosaico narrativo muy verosímil. Los pleitos entre maleantes, las relaciones de poder, el machismo exasperante y las mujeres aguerridas que sobreviven en un mundo hostil son temáticas contadas con propiedad y detalle. Mención aparte merece la descripción de la particular cocina del barrio Franklin, si bien no opta por un lirismo, al estilo de Laura Esquivel, sus cazuelas, arrollados y perniles, sazonados con los condimentos propios de Franklin, se leen y se saborean al mismo tiempo. Es esa comida popular que sobrevive y que se consume en varias cocinerías o pensiones del lugar hasta el día de hoy.

Si bien la época elegida por Soto transcurre entre los años 1943 y 1946, algunos de los acontecimientos narrados podrían tener perfecta cabida en el Franklin de hoy. Me refiero al poderío intratable del macho, aplicado violentamente sobre las hembras o las escasas féminas que sobrevivieron y aún sobreviven en ese espacio de marginalidad. Aun más, el editor, a mi juicio, acierta al aseverar en la contratapa de la novela, que la mayoría de ese mundo, sus singulares protocolos y la particular visión de sus habitantes feneció con el advenimiento del golpe de estado encabezado por el general Pinochet. No en vano, y a poco andar de la instauración de esa dictadura cívico - militar, el Matadero, en su condición de faenador de animales, es defenestrado y sus sobrevivientes reubicados en el populoso Matadero Lo Valledor, dando una puñalada artera a uno de los personajes que encarnaba la quintaesencia del barrio. Me refiero al matarife. Pero el resto de sus personajes arquetípicos aún sobreviven en las sombras.

 Un último apunte de esta interesante novela me merece la figura del Cabro Carrera. Entiendo que es una obra de ficción basada en hechos reales y que el autor altera los nombres y acontecimientos para proteger (y creo también para protegerse), a inocentes o malos entendidos. Se muestran, con pluma diestra, los inicios de este anti – héroe y su ascenso en la pirámide social del hampa de la época. Pero, como ex – habitante de Franklin me asaltan algunas dudas (que no tienen que ver necesariamente con la obra de Samuel Soto). Yo tuve el extraño privilegio de conocer, siendo niño y adolescente, a Mario Silva Leiva. Su figura, si bien infundía respeto reverencial entre sus pares, contrastaba con su patética relación con la autoridad (léase Policía de Investigaciones [P.D.I] y la policía uniformada). En varias ocasiones presencié cómo estos lo detenían o apresaban a sus cofrades. El espectáculo era digno del peor guion cinematográfico. No solo no se resistía al arresto, sino que se lanzaba al suelo y comenzaba a llorar como una magdalena, antes de cualquier apremio violento (no en vano, en la interna de la P.D.I. era conocido con el mote de “El llorón”). Mientras se llevaba a cabo este operativo, los parientes del Cabro salían a la calle dando alaridos y gesticulando ampulosamente, sin intentar siquiera un tímido rescate. Aún más, cuando algunos indeseables del hampa santiaguina, y que tenían cuitas con Mario Silva Leiva, se enteraban que era detenido, corrían despavoridamente a esconderse, ya que el Cabro los delataba de inmediato, tal vez para que las golpizas que se le venían bajaran un tanto de intensidad. Esta desclasificación de hechos contrasta con la figura idealizada que se tiene del protagonista, que insisto, en la novela de Soto no se percibe. Solo deseaba intencionar un téngase presente.

Barrio Franklin. La leyenda del cabro, es una obra literaria altamente recomendable. No solo para los que vivimos en ese singular espacio y que nos traerá reminiscencias de nuestros años idos, sino que también a los lectores que conocen este mundo del hampa chilena solo por los medios de comunicación o de oídas. Esta narración los acercará a un mundo criollo ya extinto de la realidad actual, pero vigente en la memoria de quienes, como Samuel Soto, intentan rescatar ese Chile pre – autoritario y cuyo destino se torció por intereses de una clase dominante que vive dando la espalda al resto de los habitantes de este país ubicado en el fin del mundo.

Matadero Franklin, La leyenda del cabro
Autor: Simón Soto
Editorial Planeta.
Santiago de Chile. 2018
Número de páginas: 328.


miércoles, 13 de febrero de 2019

Crónica de un buceo inesperado.


El viernes 18 de enero del año 2019 quedará marcado a fuego como uno de los días maravillosos de mi vida…

Había ahorrado mis buenos pesos durante el año 2018 y me regalé unas vacaciones en Cartagena, Colombia. Nada de andarse con pequeñeces. Veranear con estilo y en un balneario top del Caribe. A Yolanda se le iluminó una bellísima sonrisa en su rostro cuando se enteró de la invitación y la buena nueva. Contamos con impaciencia los días y los preparativos duraron hasta el día anterior al vuelo.

Luego de una parada en Bogotá y un breve viaje aéreo, nos encontrábamos en una de las ciudades más onderas que he conocido… Cartagena de Indias. Me ahorraré las vicisitudes de los días de asueto, ya que entraré de inmediato en materia.

Contratamos un tour a una de las numerosas islas que posee esa hermosa costa. Ya su nombre evocaba ensoñación. La Isla del Encanto. Nos embarcamos y, luego de un viaje de no más de una hora, arribamos a un lugar de maravilla. Mar de color turquesa, arenas blancas, clima tropical y una vegetación que explota en verde por doquier.

El tour cubría todo… casi todo. Nos ofrecieron tres actividades simultáneas anexas al pago. Una visita a un espléndido espectáculo de delfines y tiburones gato, un buceo en corales de la isla y ya el tercero se me escapa, porque la segunda opción acaparó toda mi atención. Convenimos con Yolanda y ella se decidió por el show acuático. Por nada del mundo me secundaría en mi aventura submarina. Sus pies en tierra firme y no se hable más del asunto. 

A las 11.30 hrs., llamaron a los aspirantes a hombres y mujeres – ranas. Nos facilitaron aletas y, al probármelas, un sentimiento de leve angustia me atrapó por unos segundos. Yo soy un hombre de escritorio y de sala de clases. Actividades que se ubican en las antípodas del intrépido aventurero de los mares en que me quería convertir. Más aún, cuando mis compañeros ocasionales de inmersión no pasaban de los cuarenta años y se aspectaban duchos en la materia. La breve inducción acerca de la técnica del snorquel que nos aplicaron solo acrecentó mis temores incipientes.

Abordamos la espaciosa lancha y el monitor nos informa que la actividad se realizaría mar adentro. Mi corazón ya se me salía por la boca. Pero… ya estaba aquí… y me repetía un mantra que paliaba en parte mi sensación de fragilidad: “Uno se arrepiente más de lo que no hizo, que de lo que realmente llevó a cabo”.


Nos detuvimos en algún lugar de ese inmenso Mar Caribe (la isla apenas se divisaba en lontananza). – Muy bien muchachos ¡Aletas puestas, máscaras bien sujetas y al agua!, dijo el monitor.                                               Me senté en el borde, mirando el líquido elemento que estaba más oscuro que nunca. Era el último momento de arrepentimiento que me quedaba. Salté al vacío, cual suicida entregado a su suerte. Emergí casi al instante y me aterré al verme en la superficie de esa masa de agua salada. Fue en ese momento en que el instructor nos da la orden de seguirlo e introducir la cabeza dentro del agua…


Fue un cambio radical. El fondo se iluminó como por encanto (al igual que el nombre de la isla) y mis ojos no darían crédito a lo que presenciaría durante la hora y diez minutos restantes. Eran corales interminables y de las formas más caprichosas e increíbles que había visto. Predominaba el color sepia y el azul paquete de vela y las profundidades iban desde los tres a los seis metros. Los peces solitarios, los bancos de peces y otras pequeñas criaturas marinas iban apareciendo como en un perfecto programa de variedades. Yo observaba toda esta maravilla desde arriba. Me daba la impresión de estar volando por el cielo y ser testigo de un Jardín del Edén acuático a mis pies. 

Ni siquiera el haber llegado a una fosa de veinte metros de profundidad me amilanó. Ya se sabe que el sol ilumina hasta cierta profundidad y la boca negra que divisé me hizo recordar, por solo unos instantes esas cavernas plagadas de monstruos literarios y cinematográficos. Abordamos la embarcación, luego de la singular experiencia y enfilamos la proa hacia la isla. Al encontrarme con Yolanda a la hora del almuerzo, no me pude resistir. Lloré frente a ella casi como un niño por la emoción de una de las experiencias más maravillosas que he experimentado. Al verme, entendió que ameritaba mostrarme vulnerable y más humano que nunca.   

P.S. : Juro por todo los sempiternos dioses que las fotos que se adjuntan en este texto son verídicas y que el tipo con mascarilla y traje de baño azul soy yo. ¡Aunque usted, no lo crea!