lunes, 29 de julio de 2024

Godzilla destruye Santiago de Chile (V parte y final)

 

El teaser solo duró 30 segundos. Ya todo el país esperaba ver esta última entrega, como también millones de personas en el mundo, relacionadas directa, indirecta o tangencialmente con el mundo del cine, debido al revuelo causado. Ubicaron a Godzilla en el barrio cívico de la capital. El descomunal lagarto ingresó por el Paseo Bulnes, emitiendo ruidos ensordecedores y dirigió sus enormes pasos hacia el Palacio de la Moneda, la construcción más significativa de la república y sede del poder ejecutivo. Se ubicó en el frontis del señero edificio y en ese momento sus placas dorsales comenzaron a brillar desde la punta de su larguísima cola hasta llegar a su garganta. Acto seguido, un devastador rayo nuclear azulado salió expelido de sus fauces y dio de pleno en ese histórico edificio, incendiándolo por completo y luego de unos segundos se consumió, derrumbándolo estrepitosamente y levantando una nube inmensa de humo.

 Esta vez, las autoridades fueron acorraladas por los progresistas y la izquierda unida. La altísima inconveniencia de retrotraer el tiempo y recordar aquel 11 de septiembre de 1973 cuando el Palacio de La Moneda fue bombardeado e incendiado por aviones de la Fuerza Aérea de Chile, iniciando el golpe de estado, hecho histórico que aún divide a sus habitantes y recreándolo en una película de Ciencia Ficción les pareció de un mal gusto de marca mayor. Miles de personas se agolparon en el hotel que alojaba a los cineastas, pidiendo su expulsión. Los parlamentarios citaron a una reunión extraordinaria para tratar el caso. Los partidos políticos de todos los colores, una vez finalizada la sesión, decidieron deportar a Takashi Yamazaki y su equipo y declararlos personas non gratas. El presidente de la nación, con el agua que ya rozaba su cuello, firmó el decreto de expulsión y ordenó al Servicio Nacional de Migraciones la misión administrativa y logística de la acción. Todo lo anterior transmitido a todo el mundo por todas las vías de medios de comunicación masivos interesados en este singular espectáculo. Takeshi y su gente salieron escoltados del hotel, bajo una numerosa comitiva policial de automóviles y motocicletas con destino al aeropuerto. Una vez en el avión, el cineasta sonreía pletórico. Había triunfado por todo lo alto, emulando a su mentor Orson Welles. Lo recibirían en su país como un verdadero ganador y su fama se multiplicaría por mil.

Dejaba tras sí a este pequeño país, que pese a que llevaba más de trescientos años de formación y doscientos de vida institucional, aún se conservaba crédulo, inocente, susceptible y sin siquiera percatarse de ello, nuevamente hacía el ridículo a la vista de la comunidad internacional.

                                             FIN


sábado, 27 de julio de 2024

Godzilla destruye Santiago de Chile (IV parte)

 


La troup de Takeshi arribó al aeropuerto Comodoro Arturo Merino Benítez de Santiago de Chile el lunes primero de abril. Previamente, el cineasta realizó magia con el escualido presupuesto, ya que no solo confeccionaron ocho brillantes y espectaculares teaser del mockumentary que denominaron Godzilla Destroyer (Gojiradesutoroiya), (título que, según sus propios sondeos, les pareció altisonante y a prueba del entendimiento de cualesquiera hispano hablante que no dominara el idioma británico), sino que también, los morlacos les habían alcanzado para una agresiva campaña publicitaria en Japón y en Chile, en donde asentaban que el radioactivo dinosaurio realizaría estragos al por mayor en la principal urbe del austral país. La suerte ya estaba echada y Takeshi se la jugaría hasta las últimas consecuencias. El primer efecto del accionar de la maquinaria nipona fue una multitudinaria conferencia de prensa en el salón VIP del aeropuerto. Una gran masa de otakus desbordaron las dependencias del terminal aéreo y amenazaron a guardias y personal de seguridad, si el cineasta y su equipo, a lo menos, realizaran una aparición siquiera fugaz para inmortalizarlos en sus cámaras de celulares. En el trayecto del aeródromo al hotel la limosina que llevaba a los orientales estuvo a punto de colisionar, porque los fanáticos los acosaron durante gran parte de la travesía. Medios de comunicación locales y algunos extranjeros, cubrieron el apoteósico arribo. Takeshi sonrió satisfactoriamente. El elaborado plan ya les entregaba los primeros réditos.     

La segunda parte de este periplo del engaño sofisticado consistió en visitar a cuanto medio de comunicación masivo de Chile los invitara. En canales de televisión, radios y podcast de altísimo rating cacarearon a los cuatro vientos que la Película Godzilla Destroyer sería la versión definitiva del monstruo y marcaría toda una época y nada menos que usando Santiago como locación. Se venía la fase decisiva del proyecto. Se liberaron cuatro teaser por la mayoría de las plataformas virtuales y un expectante publico nacional visionó como el lagarto hiperdesarrollado destruía violentamente el Paseo Ahumada, arrasando a las edificaciones más señeras del lugar con sus temibles mandíbulas y garras. Con su aliento atómico gravitacional hizo desaparecer en una gran explosión una tercera parte del cerro Santa Lucía. Con un potente rayo espiral aniquiló de una plumada el Estadio Nacional. Finalmente se posó en la torre del Costanera Center, la edificación más alta de Sudamérica, causándole gran daño. Esta imagen de Godzilla encaramado y abrazando esa monumental construcción sería el ícono que recorrería el orbe. Las reacciones no se hicieron esperar. Los otakus chilensis levitaban y se les entornaban los ojos a blanco con las secuencias liberadas en las redes sociales, mientras que los dueños de locales comerciales en donde el gigantesco ser arrasó, causando estropicio total, se sobaban las manos, debido a la gran afluencia de público que se agolpó en esas locaciones.

Sin embargo, una montonera de vehículos fueron detectados abandonando la urbe, asustados por la presencia de tamaño ser. Otros, de tendencias conservadoras y con poder económico y comunicacional declaraban en televisión el inconveniente para el turismo, ya que una ciudad amenazada virtualmente les estropearía el negocio. Los objetivos del plan cumplía con creces la fase en curso. Takeshi apuró la continuación de lo planeado. Se liberarían tres teaser esta vez. Los santiaguinos observaron con estupor a Godzilla y Rodán en combate y arrasando con sus violentos movimientos los modernos edificios del sector financiero exclusivo, denominado Sanhattan (Santiago + Manhattan). Un segundo colosal encuentro entre el dinosaurio radioactivo y Gamera dejó un cráter de dimensiones monumentales, donde se encontraba previamente el Parque Forestal (una copia pequeña de los jardines parisinos). Empero, Takeshi subió a internet el penúltimo teaser, con el explícito objetivo de rizar el rizo. Godzilla, esta vez acompañado de Motra acababan con la Plaza de Armas, sirviéndose como plato principal la Catedral de Santiago, derrumbándola con gran estrépito. La temperatura de varios chilenos subió a los cuarenta grados. Grupos religiosos conservadores y de ideología derechista salieron a las calles a protestar airadamente, a los que sumaron otros grupos espirituales de otras opciones, realizando causa común. Sus líderes realizaban llamados a las autoridades a tomar cartas en el asunto por el agravio. Los gobernantes de turno llamaron a la calma a la población, indicando que lo acontecido era solo una invención cinematográfica. Aún así, la efervescencia crecía peligrosamente. Un grupo de Otakus fueron salvajemente golpeados en la calle por pandillas de neonazis y los inmigrantes y escasos turistas que poseían rasgos asiáticos, temiendo por sus vidas, prefirieron encerrarse en sus casas y hoteles. La televisión nacional cubría todo aquello, con el morbo acostumbrado y el resto del mundo observaba con asombro este espectáculo en vivo que se ofrecía en esta Finis Terrae. Takeshi preparaba su última jugada del plan maestro y liberaría su último teaser que, a propósito, lo guardaba como gran final. 

domingo, 7 de julio de 2024

Godzilla destruye Santiago de Chile (III parte)

 

Los adláteres de Takashi, convertidos en ratones de bibliotecas virtuales, extrajeron la mayor cantidad de información posible del carácter y personalidad de los habitantes de la República de Chile para comprobar si serían presa fácil de un pánico colectivo. En la actualidad registraban una estadística menor de hurtos simples, robos a mano armada y asesinatos. Todo aquello comparado con sus vecinos próximos y distantes del continente americano. Sin embargo, su percepción de inseguridad era uno de los más altos de la región. Tal contradicción se explicaba por variadas razones, aunque predominaban las que apuntaban a que la mayoría de los medios de comunicación masiva le pertenecían a un grupo de empresarios con una ideología muy definida, los que usaban el miedo, la desconfianza y el tremendismo como efectivas armas de manipulación, sumado a la triste realidad que un numeroso contingente de sus habitantes mayores de edad no comprendían bien lo que leían. Más aún, los cineastas nipones, perfeccionistas en todo lo que realizaban, descubrieron que esta singular cualidad recelosa, acompañada del escaso capital cultural por falta de lectura se sustentaba en varias décadas atrás. 

Los japoneses reconstruyeron una línea de tiempo en retrospectiva que daba cuenta de la susceptibilidad de chilenas y chilenos. En enero del 2007 y agosto del 2006, respectivamente, en canales de televisión nacionales se proyectaron dos documentales. Uno de ellos llamado Último minuto, que recreaba un tsunami que destruía Iquique, una ciudad del norte del país y en 2006 la National Geografic, un terremoto ficticio en el puerto de Valparaíso. Las reacciones no se hicieron esperar. Desde los crédulos que comulgaron con ruedas de carreta y se tragaron todo, pasando por connotados habitantes de ambos puertos que deseaban demandar a los directores de los documentales por el daño causado a la imagen turística de ambas localidades. Incluso, la fecha la consideraron altamente inapropiada, debido a que se conmemoraban cien años del gran terremoto de 1906 que dejó terribles daños y miles de muertos en la Joya del Pacífico. Takeshi, demostrando que caminaba varios pasos más adelante que su gente, les platicó a los suyos que en plena dictadura cívico - militar, específicamente en el año de 1986, una operación comunicacional ideada por un ministro de apellido Cuadra, intentó, con gran éxito, convencer a sus compatriotas que el cometa Halley surcaría los cielos de ese ingenuo país y se detectaría en todo su esplendor y a simple vista, acción imposible a todas luces. Chilenas y chilenos se congregaron en distintos lugares prestos a vivir un momento épico de sus vidas, experimentando una gran decepción, debido a que el Halley brilló por su ausencia. Muchos años después se develó el fraude. Los habitantes de ese lugar pasaron por alto la efervescencia social por el descontento contra el dictador y las protestas callejeras disminuyeron en su convocatoria, el tiempo que ese objeto espacial supuestamente surcaría los cielos de Chile.

El corolario de esa retrospectiva los remontó al 2 de junio de 1962. Día que que ocurrió la Batalla de Santiago (Battaglia di Santiago para los italianos). Unos cuantos años antes, dirigentes deportivos chilenos presentaban en Lisboa su candidatura oficial para convertirse en sede del Mundial de Fútbol, adjudicándoselo con una gestión que fue considerada una hazaña. Los periodistas tanos del diario Il resto del Carlino de Bolonia, Antonio Ghirelli y Corrado Pizzinelli viajaron a Chile una cuantas semanas antes de la justa deportiva y se empaparon del sabor local.  Sus impresiones las publicaron en una nota que se tituló : Santiago, i confini del mondo: l'infinita tristezza della capitale cilena, mostrando a sus compatriotas un ciudad subdesarrollada y melancólica, en donde la prostitución, la pobreza, el analfabetismo y la miseria la convertían en su marca de fábrica. Aún más, el escrito se preguntaba si ese contexto no afectaría gravemente el ánimo y la producción futbolística de los deportistas de la azzurra. El Mercurio, un conservador diario local, reprodujo el contenido de este artículo que indignó a la población. Ambos periodistas bachichas se vieron obligados a abandonar el país. En una calle de Santiago unos sujetos agredieron a un periodista argentino, confundiéndolo con Guirelli o Pizzinelli y un pasquín llamado Las Últimas Noticias trato a los italianos de fascistas, mafiosos, drogadictos e hipersexualizados,  ¿El resultado? Ese 2 de junio se llevó a cabo uno de los partidos de fútbol más violentos de los que se tengan memoria. Los equipos chilenos e italianos entraron al campo de juego en un ambiente de hostilidad insoportable. En largos minutos del encuentro se dedicaron a darse de alevosos puntapiés y golpes de puño. El árbitro superado totalmente por la situación, intentaba vanamente controlar lo incontrolable. Espectadores del viejo continente observaban asombrados ese dantesco espectáculo, ya que era el primer mundial de fútbol que se transmitía en directo a los que poseían la tecnología para verlo. Los tiffosi aún hoy recuerdan el izquierdazo que el jugador chileno Leonel Sánchez le propinó en pleno rostro al italiano David, luego que este último lo pateara en el suelo. El encuentro acabó con dos jugadores italianos expulsados y los locales imponiéndose por dos goles a cero. El revuelo futbolístico fue de tales proporciones que se convirtió en el crisol de las actuales tarjetas amarillas y rojas, que sancionarían cualesquiera incidente dentro del campo de juego.

Takeshi Yamazaky había reunido toda la información requerida. Los habitantes del austral país, en especial los de de su capital Santiago, eran definitiva e históricamente crédulos, cándidos, alarmistas y la cualidad que adoró el cineasta... susceptibles. El escenario se encontraba dispuesto. Godzilla se acercaba a pasos agigantados a Santiago de Chile.

miércoles, 3 de julio de 2024

Godzilla destruye Santiago de Chile (II parte)


Takashi reunió a su equipo de trabajo y les propuso su idea. Las mentes pensantes la evaluaron con la distancia que les daba el camino recorrido. Sorprender a una audiencia en el siglo XXI, que había sobrevivido a la turbulenta centuria anterior y que ya no comía vidrio no era recomendable. Más aún, cuando los dueños de la franquicia de los estudios Toho lo acicateaban con una pronta secuela de Godzilla. Pero Takashi se caracterizaba por su tozudez y obstinación. Urgió a su gente y los congregó para una lluvia de ideas. Durante cuarenta y ocho horas seguidas torturó a su equipo, hasta que a Masahiro Ishiyam, el colorista del grupo, se le iluminó la sabiola y propuso una búsqueda de un grupo numeroso de personas crédulas, inocentes y susceptibles de un país, región o localidad a las que se les aterrara con un mockumentary o falso documental, usando al abominable monstruo nipón y emulando el estilo inicial del gran maestro Welles.
 

El equipo completo compareció ante Mitsuru Shimada, Presidente de Toho Estudios, con la propuesta plasmada en una primorosa presentación audiovisual de alto estándar. El mandamás nada más escuchó la propuesta y estuvo al punto de enviar a Takashi y su corte a la mismísima cima del monte Fuji. El carcamal les espetó que la idea carecía de sentido comercial, la intrascendencia le invadía y el agua le entraba por todos los costados. El joven cineasta no se amilanó y usó su cuenta corriente cuyos fondos se sustentaban en la fama reciente. Además le recordó que poseían un contrato de, a lo menos, tres proyectos de  films de la saga de Godzilla. Shimada reflexionó y su sentido empresarial oportunista surgió en ese momento. Accedió a aprobar unos 790 millones de yenes (un poco más de cinco millones de dólares) y que Takashi se las arreglara como pudiera. Esa exigua cantidad poseía como objetivo que desistiera de su peregrina idea y que volviera a la cordura de un proyecto comercial masivo y altamente rentable. Sin embargo, la contumacia de galardonado oriental lo consumía por dentro. Aceptó el reto. Una nueva y desgastante junta creativa era convocada. Un semana completa de propuestas y contrapuestas, de gritos y nervios alterados se llevaba a cabo. Pero apareció una tenue luz al final del túnel. Con el risible presupuesto asignado realizarían varios teaser, que predecirían a un supuesto mockumentary que no se realizaría nunca, debido a que estos cortos consumirían todo el dinero. El objetivo siguiente consistiría en hallar un grupo numeroso de gente que armara un lio bárbaro al ver en pantalla imágenes del descomunal dinosaurio destruyendo alguna de sus ciudades, creando la ilusión que efectivamente sucedería. Takashi ya poseía alguna información preliminar. Se adelantó a su equipo y les ordenó que realizara un urgente y efectivo estudio del comportamiento de unos singulares habitantes de un país que se encontraba en las antípodas del primer mundo.