Fue una semana de intensa persuasión hacia la clientela por parte de la bella líder. Les informó del escaso sueldo recibido y los pésimos e ilegales tratos de la dueña con las sexis garzonas. Cuando reunió una masa crítica y previo acuerdo con el personal y en la hora de mayor asistencia al café, las mozas dejaron de atender y quedaron a pie firme, junto a cada mesa, pero sin ejecutar el menor movimiento. Unos segundos después, extrajeron unos kazoo de sus cinturones y provocaron ruidos estridentes. La mayoría de los clientes, que eran parte de la manifestación, corearon al unísono consignas que daban cuenta de la precaria situación de las empleadas. Lucía Klement miró fijamente a Macarena, pero su larga experiencia le indicó que el silencio era lo recomendable, aunque internamente se consumía en rabia. Se reunió con su administrador y luego de dos horas de intensos conciliábulos, aprovecharon la hora de cierre del local, reuniendo a la muchachada. Con asombro, las meseras escucharon que sus demandas serían estudiadas y que, por ahora, nadie sería despedida. El testaferro había convencido a la carcamal que la partida de Macarena resentiría significativamente las arcas del negocio y la actuación de los parroquianos suponía una simpatía hacia la causa de las cafeteras. La estrategia consistiría en dilatar cuanto sea posible y disparar hacia el córner las peticiones. Los siguientes días el aire tensionado dificultaba la respiración de todos. Si bien, el negocio funcionaba, en apariencia y sin sobresaltos, la procesión iba por dentro. Cualquier error, por mínimo que fuera, una acción demás o una palabra desafortunada, se creía que encendería una peligrosa mecha. Las semanas se sucedieron y el plan de Lucía, que tenía a la inacción como bandera de lucha, corría con ventaja. Macarena captó esta estrategia y activo la siguiente fase de la contraofensiva. Se contactó con varios populares influencers nacionales y un amigo periodista que trabajaba en un medio de alcance masivo moderado. Era el mediodía del 22 de octubre y las mozas dejaron abandonados sus puestos de trabajo y salieron a la calle con sus atrevidos uniformes tocando sus kazoos, golpeando una olla, que sirvió de improvisado tambor y gritando consignas que reivindicaban sus derechos laborales. Afuera los esperaban el periodista con una cameraman y cuatro estrellitas de las redes sociales chilensis. Macarena y sus compañeras fueron entrevistadas por el reportero y los influencers y grabadas por todos, incluso por los transeúntes que se apostaron allí. Apenas habían transcurrido una media hora del hecho y Lucía despedía a todo el personal, mas su consiglieri le aconsejo parar su tren desbocado, ya que en varios sitios virtuales los acontecido era trending topic y dos canales de televisión mostraban a las bellas protestando y mostrando sus arrebatadoras anatomías.
Las trabajadoras ya se habían cambiado de ropas e iban a abandonar el café cuando la patrona las llamó a sentarse alrededor de un mesón del local cerrado tempranamente. Les reiteró la misma monserga del "estamos estudiando sus propuestas" y que todo volvía a fojas cero. Lucía había entendido que la publicidad para el Férula no tenía precio y que, si se deshacía siquiera de una niña, la clientela se le iría en su contra. Lo que Macarena no previó y sucedió en solo tres días, es que la noticia se esparció por varios medios de difusión y por las redes sociales más importantes. Entonces fue el conflicto. Un número no menor de personas empatizó con la causa de las muchachas. La prensa hegemónica aprovechó el momento y en sus programas televisivos faranduleros mostraban el lado morboso de la protesta y destacaban en sus imágenes la cantidad de piel mostrada por las sirenas, logrando un altísimo rating. La denominaron "La libertad de pierna", mofándose de paso. Sin embargo, Lucía poseía variados ases bajo la manga. Echó mano a sus contactos del más alto nivel y pidió que investigaran a Macarena Pellegrin y que la noticia, que se encontraba alcanzando ribetes insospechados, la televisión lo manejara como un chascarro entretenido y efímero. Al unísono, Macarena llamó nuevamente al periodista y solicitó que indagara acerca de Lucía Klement. La comedia en redes sociales y la TV se mantenía viento en popa. Aparecieron las carpetas con los expedientes de ambas que contenían dinamita de alto tonelaje. Mientras Lucía se enteraba que Macarena era la nieta de Raúl Pellegrin, fundador e indiscutido líder del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, quien utilizando el sobrenombre del Comandante José Miguel, había sido el cerebro de este grupo guerrillero. Él había sido formado militarmente en Cuba y Nicaragua en los setentas y ochentas y llevado a cabo variados actos que se convertirían en emblemáticos, siendo entre ellos la fallida internación de armas clandestinas por Carrizal Bajo, un poblado costero al norte de Chile y el atentado a Augusto Pinochet, dictador que gobernó diecisiete años, por medio de una cruenta dictadura cívico - militar. Siendo apresado en combate, el cuerpo de Raúl fue encontrado sin vida en el río Tinguiririca. La autopsia detectó horribles torturas en sus extremidades. El informe de Lucía no tenía nada que envidiarle al de Macarena. Era bisnieta de Ricardo Klement, identificación falsa que utilizó Adolf Eichmann, criminal de guerra nazi y uno de los responsables de La Solución Final en Polonia, que implicó el exterminio de millones de civiles, en especial judíos. Vivió escondido en varios países de Europa y escapa a Argentina en 1950, en donde es secuestrado diez años después por el Mossad, una agencia de inteligencia, y traslado a Israel. Es juzgado y condenado a morir en la horca.
La vida de Macarena Pellegrin sufriría un vuelco insospechado que tendría, tanto consecuencias nacionales, como internacionales.
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